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Apenas estuvo en su casa quiso ir a su cuarto a seguir durmiendo. Todo su cuerpo estaba realmente agotado en ese punto. Sentía como si hubiera corrido una maratón pero sus padres no tenían la intención de dejarle dormir. Su madre, sonriente como siempre, le pidió que la ayudara a preparar el almuerzo y luego de que comieran fueran hasta el supermercado. Puso su mejor sonrisa al decirle que no habría problema y que solamente quería tomar una ducha antes.

El aroma al alcohol y el cigarrillo estaba impregnado en su ropa junto con el cabello. Si para él era molesto, no quería imaginarse que tan desagradable podría ser para los vampiros con un sentido del olfato aún mayor.

Solamente pudo suspirar de alivio cuando estuvo con sus pantalones de chándal y una sudadera cómoda. Ese era el verdadero paraíso.

Tener a sus padres cuestionando sobre la fiesta de la noche anterior fue un poco incomodo. Sobre todo porque preguntaban las razones por las cuales no regresó a casa. Y es que podía verlo en sus ojos, creando una idea de que aparentemente debió de estado probablemente entre las sábanas de alguna persona. Su padre parecía genuinamente divertido por avergonzarle, su madre solamente le recalcaba sobre que debía de siempre ir con cuidado y tomar precauciones.

Odiaba que estos no fueran especialmente reservados en hablar sobre sexo o similares frente a él como muchos otros padres con sus hijos... pero admitía que quizás fue un poco su culpa luego de haber sido encontrado en más de una situación comprometedora con su ex cuando estaba en sus últimos años de escuela. Sus padres habían superado el horror con el tiempo y prefirieron ir por un camino mucho más abierto.

Pero eso no quitaba que fuera terriblemente vergonzoso a veces.

Sin embargo, justo en ese momento prefería que ellos creyeran que pasó la noche acostándose con alguien. Decirles lo que realmente sucedió iba a preocuparles únicamente. No era necesario, estaba seguro de que los Lee iban a poder manejarlo sin problemas.

Era mejor de esa manera.

El viaje al supermercado fue más agotador que el de cualquier otro día y, cuando finalmente creyó que podría arrojarse sobre su cama para descansar, se dio cuenta de que sus planes no iban a ser posibles. O por lo menos no en la siguiente media hora al menos.

Mark estaba allí, con las manos en los bolsillos y los auriculares puestos. Parecía estar mirando hacia el cielo hasta que sintió como es que el auto de ellos estaba acercándose. Con la misma sonrisa brillante y amable de siempre, ayudó a su madre a meter todas las compras dentro de la casa y luego a acomodarlas. El canadiense estaba más que adaptado al lugar y no era extraño que se moviera por el sitio como si fuera su propia casa.

No sabía muy bien que es lo que estaba haciendo allí. Por lo general, cada vez que sus amigos le visitaban, solían avisarle antes que iría. Sobre todo Mark y Chenle pero pareciera que el primero decidió arbitrariamente no decírselo. Probablemente pensando en que podría rechazarle.

Agotado, le dijo que fueran hacia el patio donde se recostó sobre el césped. El cielo había sido cubierto con nubes grises y parecía que una tormenta se avecinaba. Pudo sentir a su amigo sentarse a su lado, con los manos en el suelo y su vista perdida en algún punto.

— Escuché lo que pasó ¿Él se encuentra bien? — Las primeras palabras del canadiense le hicieron sentirse confundido, mirándole con algo de duda. Sabía perfectamente a lo que estaba refiriéndose. —

— ¿Cómo es que ustedes se enteran de todo lo que sucede? Es más ¿Cómo sucedió tan rápido?

Genuinamente estaba asombrado de que las volaran de esa manera entre ellos. Les recordaban a sus vecinas, que siempre parecía estar vigilando al resto de sus vecinos en busca de encontrar algún buen cotilleo cada día.

Bloody Drops || NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora