19

4.2K 574 653
                                    


Sonrió levemente cuando Yang Yang le dio una taza de té. Se acomodó mejor en su cama, dejándole espacio al otro para que pudiera recostarse también. Tomó un gran sorbo, disfrutando de la calidez llenando su cuerpo mientras observaba el techo blanco.

— ¿Cuánto tiempo crees que Jisung este enojado?

— Dos días, cuando mucho. Vendrá arrastrándose en cuánto su conciencia casi nula le diga que fue un idiota. — Yang Yang le sonrió, dándole un amistoso empujón en su hombro. — No lo tomes tan personal. Sabes que sus padres son cristianos bastante estrictos. Seguramente creció escuchando que los vampiros son demonios y cosas como esas. No es fácil luchar contra lo que tus padres te inculcaron por años.

Hizo apenas un pequeño sonido como respuesta, no muy convencido de aquello pero prefiriendo quedarse con esa suposición. Al menos le daba un poco de esperanza de recuperar a su amigo.

Hubo un largo silencio, Jaemin se acomodó contra el chino, recostando su cabeza en su hombro mientras miraba la taza entre sus manos. Todo era tan extraño, no podía entender como es que su vida se había transformado en aquello.

— No creas que me he olvidado que me debes un montón de explicaciones. — Su voz fue apenas audible pero no pareciera que el chico a su lado tuviera algún problema en escucharlo.—

— Había estado esperando que lo hicieras. — Ni siquiera tuvo que mirarlo para saber que estaba sonriendo. — ¿Por dónde quieres que comience? ¿O hay algo que quieras saber en particular?

— No lo sé ¿Todo? No es como si supiera mucho del tema.

Yang Yang se detuvo a meditar, tal vez ordenando la historia que le diría. Tras unos segundos, robó su taza para darle un pequeño sorbo antes de devolvérsela. No le importaba mucho, habían compartido vasos y utensilios en el pasado. Era común entre ellos.

— Bueno, creo que no hay un mejor comienzo que el inicio. — Por el tono de su voz se notaba que no estaba muy feliz con hablar de eso. — Fui un bebé bastante débil. Pequeño y delgado. No podían hacer que subiera de peso y constantemente me enfermaba. Eso es algo que mancha la reputación de un alfa como mi padre y mamá trataba de mantener la situación tan oculta como fuera posible. Tenía menos de dos años cuando nació mi hermano menor. Mis padres buscaron ese hijo para tratar de cubrir la decepción que fui. Chitta trabajaba en mi casa. — Guardó silencio durante unos segundos antes de rascar nerviosamente uno de sus brazos. — Hay distintos tipos de lobos y digamos que él no es uno que se aprecie mucho en las manadas. No podía hacer demasiado, así que terminó encargándose de algunas cosas en mi hogar. Él asumió la tarea de cuidarme y criarme por su cuenta. Tenía apenas quince en ese momento pero igual se encargó de mí. Cualquier cosa que un niño hace o aprende de sus padres, yo lo hice con él. Confiaba en él más que en cualquier otra persona. Incluso cuando había tormenta. Me escapaba de mi casa para ir a la suya y dormir abrazado a él, sólo así me sentía a salvo.

Jaemin volteó a verle, notando la pequeña sonrisa que este mantenía en sus labios y la mirada un poco perdida. Parecía realmente disfrutar de aquellas memorias que tenía. Era una linda vista.

— Papá me ignoraba la mayoría del tiempo, mamá siempre solía estar ocupada pero, cuando podía, me daba algo de atención. Jugaba bastante con mis hermanos pero siempre debían de ser más cuidadosos conmigo por lo frágil que era, con el tiempo me fueron apartando un poco por eso mismo. Realmente no los culpo. Éramos solo niños y uno de pequeño no quiere tener que estar siendo todo delicado con otro por lo general. Sobretodo en una raza como la nuestra, somos torpes por naturaleza. — Este se rio levemente por sus propias palabras.— Comencé a temer sobre tener mi primer cambio a lobo cuando tenía doce años. Diferente a lo que se cree, hay un porcentaje considerable de nosotros que no pueden sobrellevar la transformación. Teniendo un cuerpo tan débil, nadie esperaba que yo pudiera lograrlo. Una vez escuché como es que mis tíos hablaban sobre si llegaría incluso a cumplir quince años. Entré en pánico y Chitta logró calmarme, me prometió que iba a estar a mi lado cuando sucediera, que sostendría mi mano. Juró que me enseñaría a cazar y correríamos juntos por el bosque cuando dominara a mi lobo. Fue lindo de imaginar. — Yang Yang se removió en la cama, buscando una nueva posición y terminó dejando su cabeza sobre las piernas de Jaemin. — A los trece, papá decidió que debía de dejar la escuela. Son pocos los lobos que terminan una educación básica, Chitta tampoco lo hizo pero eso está más relacionado a su estatus. Yo tuve que hacerlo porque no creyeron que fuera de utilidad. Apenas había pasado los catorce años cuando él se marchó. Llegué a notar lo extraño que estaba, actuaba con demasiado sigilo pero pensé que me lo contaría en algún momento. Chittaphon sólo se fue un día, no dijo adiós ni me vio por última vez. Creo que nunca antes algo me dolió tanto. Ni el rechazo de papá, la indiferencia de mamá o mi escasa relación con mis hermanos. Que él me dejara atrás fue el peor sentimiento que tuve. — Jaemin comenzó a acariciar suavemente los cabellos de este, notando sus ojos empañados por las lágrimas. —

Bloody Drops || NominWhere stories live. Discover now