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Jaemin estaba sin palabras. Ten parecía estar verdaderamente angustiado, observando la puerta casi con terror. Algo estaba muy mal pero no podía comprender bien qué en específico ¿Habría sentido el olor de su amigo? ¿Pero por qué eso lo pondría tan mal?

Sin siquiera responder, el mayor le empujó a un lado para entrar a la casa. No lo pensó dos veces antes de correr detrás de este. Yang Yang ya había tenido suficiente como para tener que lidiar con un lobo loco. Sin embargo, cuando estuvo de nuevo en su sala, esta se encontraba vacía.

Miró a su alrededor, un poco confundido por aquello y se acercó hacia donde los libros de este aún se encontraban. Tomó uno sintiéndose extrañado. Quizás había ido hasta el baño mientras él estaba afuera.

— ¿Dónde está? ¿Hay otra salida? — Ten estaba visualmente alterado, acercándose y tomando la chaqueta de Yang Yang que descansaba sobre el respaldar de la silla. Vio cómo es que este la llevaba a su nariz y cerró sus ojos unos segundos, soltando un ligero gruñido luego.—

— No hay otra forma de salir de casa que no sea la puerta que da a la calle. A menos que se haya trepado al techo. Lo cual no sería la primera vez que lo hace pero deberíamos de haberlo oído ¿Qué está mal?

Ten soltó una maldición tras otra, pasando sus manos por su cabello a punto de correr fuera de su casa hasta que el sonido de algo cayendo en otra de las habitaciones le detuvo.

— ¡Liu Yang Yang ven aquí en este momento y no me hagas ir a buscarte! — La forma en la que este gritó le estremeció por la molestia que parecía destilar. Un pequeño gimoteo se escuchó.— ¡Ahora!

Realmente estaba necesitando respuestas en ese momento ¿Qué carajos estaba pasando y como es que el lobo psicótico conocía a su amigo?

Lo primero que vio de Yang Yang fue su rostro atemorizado, parecía estar pálido pero sus ojos brillaban mientras veía al lobo en medio de la sala. La expresión de Ten fue muy diferente, casi asombrada mientras veía al chico de arriba abajo unos segundos. Apenas el mayor de todos abrió ligeramente sus brazos, el otro corrió a abrazarle con fuerza.

Su amigo parecía un niño en ese momento, enterrando su rostro en el pecho del otro a pesar de ser más alto. Ten, por su parte, hundió su nariz en la cabeza de este antes de que sonriera. Si no estuviera tan confundido, hubiera podido decir que aquella era realmente una bonita sonrisa.

— Sigo estando aquí, por si ya me habían olvidado... aunque están en mi maldita sala ahora. — Las últimas palabras salieron apenas en un murmullo. —

Yang Yang se separó del mayor por un instante, manteniendo sus ojos en este unos momentos antes de voltear su mirada hacia su amigo. Se movía suavemente, pasando su peso de un pie al otro. Lo conocía lo suficientemente bien como para poder decir que estaba tratando de encontrar las palabras adecuadas que decirle hasta el punto de rendirse, soltando lo primero que viniera a su cabeza.

— Chittaphon es mi hermano mayor.

— ¿Chittaqué es tu quién?

Preguntó aún más confundido de lo que ya estaba en un comienzo. Mierda, estaba necesitando un lugar donde sentarse. Se dejó caer en el sofá que estaba más cerca de él. Observó de uno a otro con curiosidad. Realmente no estaba encontrando un parecido para ser justo más allá de que tenían una altura apenas similar. A Ten ni siquiera pareció importarle su estado de abatimiento, enfocándose únicamente en el otro.

— Yang Yang ¿Qué estás haciendo aquí?

— No me hables como si aún fuera un niño. — Ten levantó una de sus cejas mientras que cruzaba suavemente sus brazos sobre su pecho al mirarle. —

Bloody Drops || NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora