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Arrojó el celular a la pequeña mesa ratona frente a él una vez que la llamada finalizó. Sentía que una gran migraña estaba avecinándose y no tenía el ánimo necesario como para poder superarlo sin dispararse entre las cejas.

— ¿Y ahora qué pasó? — Yang Yang le preguntó mientras se sentaba a su lado con un enorme tazón de palomitas recién hechas. —

— Era Mark. El nuevo semestre comienza la siguiente semana y estaba preguntándome si iba a poder seguir asistiendo a la universidad ¿Crees que este grupo de locos vaya a dejarnos salir sin supervisión por tantas horas? — Puso sus ojos en blanco ante su propia pregunta mientras tomaba un puñado de las palomitas y se las metía en su boca de una vez. —

— Bueno, estudias en una universidad donde ningún cazador se atrevería a meterse. Estás más seguro allí que en cualquier otro lado de la ciudad. — El chino se encogió de hombros. — Yo puedo valérmelas por mi cuenta mientras esté allí. Me preocupa más la hora a la que deberemos despertarnos para poder llegar hasta nuestras clases.

— A las cinco de la madrugada. — Haechan respondió mientras entraba a la sala de estar con una sonrisa y la expresión relajada. — Media hora antes de eso sí es que quieren desayunar algo.

El chino comenzó a quejarse sobre sus preciadas horas de sueño mientras masticaba una enorme cantidad de palomitas. Jaemin, por otro lado, solamente exhaló todo el aire en su pecho antes de mirar a dónde fuera menos al castaño.

Desde aquella charla en el auto con Jeno estaba molesto con el menor de los Lee y tenía demasiadas cosas que deseaba decirle. Si no había abierto su boca hasta el momento era únicamente porque el pelinegro se lo había pedido con demasiado énfasis.

Si lo pensaba de la manera más justa posible, no consideraba que Haechan fuera una mala persona o que careciera de total empatía. Había demostrado sentirse mal, al menos en las ocasiones que actuó terriblemente con él, y lograr entenderlo pero esto tras que Jaemin expusiera sus sentimientos o pensamientos sobre lo sucedido.

Lo comprendía, el castaño había crecido acostumbrado a que Jeno, y probablemente el resto de sus hermanos, aceptaran lo que él quisiera hacer. Nunca nadie le cuestionó en verdad las cosas y no había desarrollado del todo bien sus habilidades sociales.

Tenía la esperanza de que si el pelinegro realmente le hiciera escucharle por un instante, Haechan iba a poder comprenderlo.

Sí, aún se merecía una patada en el trasero por jamás considerar lo que su hermano había estado haciendo no solo por él, sino por todo el resto... pero dudaba de que Jeno alguna vez le haya hablado con sinceridad al respecto.

Recordaba las primeras palabras que Haechan le había dicho sobre su hermano y la forma de actuar de este. Simplemente reduciéndolo a que buscaba actuar como toda una sociedad esperaba, siendo más serio, formal o tranquilo que el resto. Dudaba de que se hubiera puesto a analizar algún día las razones o porqués de esa conducta.

Quizás, con un pequeño empujón, podría darse cuenta por un momento.

Ahora la verdadera pregunta que se tenía para sí mismo era ¿Por qué le interesaba tanto que Haechan pudiera entender a su hermano? ¿Para que le apoyara con respecto a qué? ¿Qué le diera el respaldo para hacer qué exactamente?

Dios, estaba tan confundido.

No le gustaba ser una persona que le diera demasiados rodeos a las cosas, o al menos la mayoría del tiempo. Prefería ser más directo, hablarlo cuánto antes aunque eso pudiera traer situaciones incómodas o meterle en problemas. Su boca ya lo había puesto en cientos de conflictos en todos sus años de vida.

Bloody Drops || NominDove le storie prendono vita. Scoprilo ora