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Jaemin nunca se creyó verdaderamente un cobarde o alguien que huyera cuando sabía que había cometido un error... pero mierda, tuvo que hacerlo cuando se dio cuenta de la tontería que hizo.

Se encerró en el baño privado de la habitación, apoyándose contra la puerta y la superficie fría contra su piel desnuda le hizo estremecerse. Golpeó suavemente su cabeza contra la madera y repitió cientos de insultos hacia si mismo.

No podía culpar a Jeno de aquello en lo absoluto porque fue él quien quiso que pasara en un primer lugar. Fue estúpido, un movimiento de verdad estúpido. Era ridícula la forma en la que su voz de la razón se apagaba por completo cuando del mayor se trataba.

Restregó suavemente su rostro con sus manos. Siendo justos, no sabía bien por qué sentía que estaba tan mal el haberse acostado con él. No era la primera vez que se metía en la cama con algún amigo aunque todas esas veces terminaron en una amistad rota y en no queriendo volver a verse de frente. Pero, objetivamente, no era algo malo.

Claro, hasta que recordaba que era el hermano mayor de Haechan.

Tampoco era demasiado grave pero sabía que de alguna manera era el primer amigo de verdad que el castaño tenía. No sabía cómo es que este podría reaccionar si se enterara. No quería romper la pequeña ilusión que este tenía sobre él porque acostarse con su hermano no era algo que un buen amigo hacía. O al menos no en su sistema de leyes morales.

El pensamiento de Haechan y la posibilidad de ser descubierto trajo a su mente el recuerdo de algunas viejas conversaciones triviales. No le había prestado verdadera atención a ello antes pero ahora le pesaba. Mierda, el castaño sabría lo que pasó si llegaba pronto. Algo de su estúpido olfato ultra-desarrollado y el aroma. Recordaba como se había reído de las veces que atrapó a alguno de sus hermanos viniendo de ver a algún amante o acompañante de turno por el olor en su piel.

Tenía que encargarse de eso rápido.

Se apartó de la maldita puerta, cerrándola con seguro antes de que sus ojos se posaran en el espejo frente a él.

— Oh mierda, no. — Se acercó casi a tropezones a este. — Hijo de puta.

Masculló mientras veía la mordida que tenía en uno de sus hombros. Aún habían unos escasos restos de sangre en la zona que parecía estar ligeramente hinchada y roja. La piel no había recibido demasiado daño pero eso no quería decir que la herida no estuviera allí.

 Eso tenía que ser una maldita broma. Ni siquiera había notado cuando le mordió, no estaba seguro de en qué momento sucedió.

La rozó con sus dedos algo temeroso pero no dolía cómo estuvo esperando. Se sentía como un pequeño pinchazo pero nada que fuera realmente insoportable. Movió suavemente su hombro, comprobando que no tuviera problemas. Todo parecía en orden.

Si no contaba que estaba repleto de marcas y moretones.

Y mierda, esos no eran unos jodidos chupetones. Parecía como si realmente le hubieran dado una maldita golpiza. Podría apreciar perfectamente los dedos de este en sus caderas y sus muslos.

Al menos el infeliz había sido lo suficientemente inteligente como para no dejar ninguna en su cuello o en algún otro sitio visible. Aunque no iba a poder meterse al océano sin usar alguna camiseta durante días.

Resignado, se metió en la ducha para bañarse casi con furia. Restregó su piel con una esponja llena de jabón hasta que esta se tornó en un fuerte tono rojizo y lavó su cabello al menos tres veces.

Al terminar, asomó su cabeza por la puerta a la habitación. Jeno no estaba en el cuarto y todo parecía en orden. Incluso había cambiado las malditas sábanas y las ventanas estaban abiertas.

Bloody Drops || NominWhere stories live. Discover now