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La poco agradable visita a la casa Lee terminó luego de que Haechan le forzara a almorzar con él y descansaran un poco al borde de la piscina en el patio. Era enorme y tenía lo que sea que uno pudiera querer. Sin dudas siendo el cuarto de juegos su favorito porque tenía su propio cine en casa. Demasiado bueno como para ser real.

En el camino de regreso, trato de hablar con Mark sobre si seguía considerándoles unos locos. Y puede que este haya hecho un gran énfasis en que sí pero Jaemin había podido ver cómo es que este incluso disfrutó un poco del pequeño tour que Haechan les dio. Interesándose en algunas obras o equipos que estos tenían por la casa. Y estaba seguro de haberle escuchado reír en algún punto.

No dudaba en que estos realmente pudieran llevarse bien en algún momento. Mark solamente necesitaba un poco de tiempo para separar las ideas que habían puesto en su cabeza de la realidad.

Tuvo que dejar al canadiense, y su estúpido auto caro, en su departamento y luego tomar un taxi hasta su casa. Cosa de la cual se arrepintió en el momento que entró por la puerta y su madre llegó casi corriendo angustiada por no haber sabido de él por horas. Él solamente le sonrió un poco y le pidió disculpas diciendo que se había encontrado con sus amigos para almorzar, que avisarle se le pasó por alto. Ella suspiró, mirándole un poco preocupada antes de acariciar suavemente su cabello y decirle que estaba bien pero que no se lo hiciera de nuevo.

La semana escolar corrió con normalidad, o al menos dentro de lo que él ahora podía catalogar como normal. Solía compartir con Jeno y Haechan algunos de sus recesos. El pelinegro estaba especialmente irritable en el último tiempo y no podía culparle. Todo el mundo parecía estar hablando del menor de los Lee y el ataque contra él. Cientos de malos comentarios volaban de un lado a otro y estaba seguro de que había escuchado algunos diciendo que se lo tenía merecido.

Y puede que los hermanos no estuvieran dispuestos a decir algo pero él no contaba con tanta paciencia en su cuerpo.

Habían estado caminando por uno de los pasillos, yendo hacia la cafetería cuando escuchó a un sujeto reírse a sus espaldas y comentar con burla sobre lo patético que Haechan tuvo que ser como para dejar que eso le pasara. Ni siquiera lo pensó en ese instante, simplemente dejó caer su mochila antes de girarse y golpear al sujeto en el rostro.

Ni siquiera le importó que el maldito fuera más alto que él por al quince centímetros ni que no tuviera la fuerza para ganar una pelea. Pero maldición, se había sentido realmente bien ese momento al ver su rostro sorprendido y fueran sus nudillos los que dolían terriblemente. Probablemente ni siquiera le había causado un rasguño pero valió totalmente la pena.

El instante se sintió como si se hubiera congelado, nadie parecía siquiera moverse.

Luego todo fue demasiado rápido, en la misma duración de un parpadeo. El rostro enfurecido del sujeto y como es que levantaba su puño para golpearle. Haechan jalándolo hacia un lado y Jeno interponiéndose entre ellos.

El pelinegro logró sujetar el puño del imbécil pero no había estado esperando a que este no se rindiera y que le golpeara con su mano libre. Escuchó una pequeña maldición salir de los labios de Haechan detrás de él y apenas pudo ver cómo es que Jeno lamía ligeramente el labio herido donde una pequeña gota de sangre había resbalado.

Los ojos de este brillaron en un intenso rojo antes de mirar hacia el otro. Y aunque Jeno fuera incluso más bajo, se veía aún más amenazante que este.

— Arrodíllate. — Jaemin casi tembló en su sitio al escuchar el tono de voz que este había usado y la forma en la cual sus facciones se habían endurecido. El imbécil lo miró desafiante pero podía ver el miedo brillando en su mirada.— Ahora.

Bloody Drops || NominWhere stories live. Discover now