VI

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—¿Qué haremos entonces? —le preguntó Nolan.

Khowan subió una de sus manos para despeinar su cabello, más despeinado de lo que ya de por sí estaba siempre, sobre todo ese día. Subió lentamente la mirada hacía su Comandante, algo incapaz de darle una respuesta a su pregunta.

—¿No te dijo nada del escudo? —le preguntó nuevamente manteniéndose sentado en la silla frente a él —¿Absolutamente nada?

Él volvió a suspirar.

Hacía apenas unas horas había amanecido, Khowan sabía a la perfección que los soldados comenzaban a entrenar hacía recién una hora, había estado esperando que empezaran para hacer llamar a Nolan a su oficina, debía decirle lo que Arani le había dicho la noche anterior, era importante de que dos mentes pensaran, que Nolan lo supiera.

Él siempre sería una tumba con todo, y dos mentes pensarían mejor que una.

—No hubo mucho tiempo como para preguntarle sobre el escudo, solo sé lo que acabo de decirte, encontró a su sobrino y la tienen encerrada en los calabozos bajo tierra del castillo.

Claro que Arani no le había dicho esas mismas palabras, pero Khowan sabía muy bien que en el castillo de Kainhet los únicos calabozos estaban debajo del castillo. Arani se lo había dicho en una de las muchas reuniones que habían tenido y en algunas charlas también.

Le había contado sobre lo fría y oscura que eran, sin un gramo de luz ni aire que entrara a ellas; no quiso imaginar estar encerrado durante seis meses allí como el chico. Arani le había contado que solían estar bastante vacías ya que allí solo iban a parar los inmortales, los humanos tenían otro calabozo del otro lado ya que los utilizaban más seguidos para los trabajos forzados del castillo y las arenas de combate... En las cuales el Rey se satisfacía de las peleas que los humanos le daban.

Siempre prometía lo mismo, le dijo ella una vez, el que mate al otro primero sale vivo y libre, pero luego le lanzan una flecha en la espalda.

Era la peor de las traiciones.

Usualmente los barrotes de hierro, tal y como ella había especificado, solían estar bañados en neutralizador de poder como el que ella tenía en las cadenas cuando la sacaron de Ikhia hacía medio año, o como cuando...

Como cuando la atravesaron con esa espada a metros de distancia de él y se la llevaron a Kainhet.

Tragó grueso.

—Me dijo que Ihan está bien, que está en la celda frente a la suya —le confirmó a Nolan.

Él solo asintió. Se acomodó en la silla apoyando las manos en el escritorio de ébano tan negro como la noche.

—Debemos contactar con Nahobian para ver como continua la cría de grifos ya deben estar adaptándose a los adultos, los montañeses dijeron que enviarán una nueva carga de hierro para las flechas de sombras y Ethesbba están haciendo algunas mejoras en sus barcos, la Reina dijo que quería hacerlos a prueba de las furia de agua que están cerca del fiordo —informó su Comandante.

Khowan asintió recopilando toda esa información.

—Y también hay una carta....

Levantó la mirada tan rápido que su cabeza se mareó por un segundo demasiado pequeño pero no le importó mucho.

—¿De quién? ¿Quién envió una carta?

Los ojos de Nolan lo miraron por unos segundos antes de responder.

—De la Provincia de los Franguell. Ya sabes de quién...

Él suspiró. Tenía que ser un chiste, no sabía nada de ella desde que había venido sin invitación a la Capital intentando recobrar su control sobre él en busca de la corona como había hecho hace años. Khowan la había echado del castillo esa misma noche cuando la vio ponerle un cuchillo en el cuello a Arani y la oyó amenazarla y jurarle que todo el mal que le sucediera sería su merecido.

El Trono de Hielo #2 (TERMINADO) Where stories live. Discover now