XXXV

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1 mes atrás - Primer Día del Juramento de Sangre

Todo era negro.

Al principio, cuando vio su sangre correr por el suelo, todo había sido oscuro por completo.

Los planes, los recuerdos, incluso la pronunciación de las mismas palabras se habían ido por completo de su mente.

Lo único que había en su mente era una completa y profunda negrura que parecía querer comerla por completo. Pero había algo allí, en medio de todo eso, había una palabra o un nombre, no tenía idea con exactitud de que era.

Ihan.

Y no sabía qué era lo que experimentaba en su pecho al oír ese nombre o palabra en su mente, pero era algo cálido que parecía querer llenar su cuerpo por completo. Como si quisiera demostrarle lo que era la verdadera luz de la vida, como una brisa fresca al atardecer mientras montaba a caballo.

No tenía idea de que era una brisa, un atardecer, y mucho menos un caballo. Pero suponía que debía ser algo agradable.

Cuando las palabras comenzaron a volver a su mente, supo que era una brisa, un atardecer, un caballo, supo el significado de las palabras y que ese sentimiento llegado que sentía no era no una ni otra cosa que amor.

¿Ella podía amar?

La respuesta era simple, si podía. Ahora lo recordaba.

Había amado a Mary, su segunda madre, a Erik su único hermano, a Kara y a Damir que formaron parte de su vida durante muchas décadas. Había amado a su madre, Brianna Kainhet.

Aun los amaba incluso, incluso estando muertos seguía amándolos a todos ellos.

Este tal Ihan, ¿Estaría muerto también? ¿Lo amaba tanto como para ser lo primero en recordar? Parecía que sí.

Cuando por fin notó los sonidos a su alrededor llegó a aturdirse con el grito de un hombre, un grito de enojo, de tristeza, de frustración. Observó todo su alrededor, pudo ver un chico sostenido por dos hombres bastante parecidos, el chico gritaba como si los pulmones le dieran energía para seguir moviéndose y a ese cuerpo tan flacucho.

Oyó una voz que opacó a todas las demás, supo inconscientemente que debía oír sólo a esa voz y obedecerla hasta que su corazón dejara de latir. Seguir cada indicación al pie de la letra.

—Levántate —dijo la voz.

Arani, porque así se llamaba, ahora recordaba su nombre, sintió la necesidad de hacer funcionar sus piernas y hacer todo lo que esa voz misteriosa pidiera. Y así fue.

Sintió algo dentro de su cuerpo que le dijo que algo no estaba bien, pero algo mucho más fuerte le dijo que obedecieron y así hizo. Se puso de pie mirando hacia arriba al hombre que tenía enfrente a poca distancia.

Pudo observar el espeso cabello blanquecino que apenas llegaba a notarse debajo de la corona de oro y diamantes rojos, esa corona que casi parecía un casco de armadura. Pudo sentir el peso de esos ojos color azul pálido y el temor que estos causaban en ella muy en el fondo de su alma. No supo por qué, pero esos ojos aún causaban miedo en ella, aún...

Se puso de pie tal cual lo indicó esa voz, y las palabras salieron sin quererlo de su boca.

—A su disposición, mi Rey.

Eso pareció satisfacer los deseos del hombre, Ero, le dijo su mente que se llamaba. Y aunque en su interior ese hecho le desagradaba y enojaba, pudo sentir una especie de felicidad por cumplir con la órden.

Pero algo continuaba mal, y así se quedaría al menos que descubriera que era.

Giró la cabeza hacia los gritos que seguían sonando con gran poder en la enorme Sala del Trono. Observó el cabello castaño y los mismos ojos azul pálido del Rey.

El Trono de Hielo #2 (TERMINADO) Où les histoires vivent. Découvrez maintenant