XIX

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Kalena salió de su habitación con el volúmen I de los Territorios de Azkar entre sus manos. No pudo evitar que sus dedos apretaran la tapa con mucha fuerza, estaba verdaderamente furiosa. No sabía bien qué era lo que sentía, no tenía idea de cómo catalogarlo; si como enojo, furia, decepción, tristeza una mezcla de todo eso o un sentimiento nuevo.

Lo único que la Princesa sabía era que quería hablar con su hermano, no, no lo quería... Necesitaba hablar con Khowan.

Caminó por los corredores sin mirar a sus lados, con la decisión en sus ojos y la determinación a la décima potencia. Tendría sus respuestas sí o sí, no habría otro destino diferente a ese.

Iría a la oficina de Khowan que es donde él siempre se encontraba a esa hora, hablaría con él y su hermano respondería todas y cada una de las preguntas que tenía.

Y aunque Khowan no le respondiera, ella encontraría la forma, porque más que enojada se sentía...

Se sentía herida.

Su mente continuó funcionando más rápido que nunca, hasta que un gran cuerpo la frenó en su camino y una mano la tomó del brazo.

—¿Kaly, estás bien? —pudo oír la preocupación en el tono que tenían esas tres palabras.

Pero Kalena estaba demasiado concentrada en otras cosas.

—Ahora no, Deker —y dicho eso, lo rodeó y siguió rápidamente con su camino hacía la oficina de Khowan.

Vio a los dos soldados que Nolan había apostado en la puerta de la oficina antes que ellos la vieran a ella, pero aun así no se detuvo, llegó hasta ellos y dijo:

—Abran la puerta, por favor —pidió con voz firme, pero sin perder la amabilidad, esos dos soldados no tenían nada que ver.

Al instante, los dos soldados asintieron y uno de ellos abrió una de las puertas de madera oscura, en ese mismo momento Kalena agradeció y pasó a la oficina de su hermano con el libro aun en sus manos frías por el invierno.

Apenas se cerró la puerta detrás de ella, Khowan levantó la cabeza de sus papeles, libros y mapas. Haciendo estrategias otra vez, le extrañó que Nolan no estuviera allí con él.

Estaba segura que los Reyes de Ethesbba y Nahobian junto a la Jefa de los Montañeses ya debían de estar instalados perfectamente y posiblemente recibiendo una cena justo en el mismo segundo en el que ella pisó la oficina.

Había sido una reunión muy buena, habían podido informarse entre todos de varias cosas; era una buena noticia que los huevos en Nahobian estuviesen por romperse y que Ethesbba estuviera mejorando sus barcos a la perfección, también que en las montañas del Este estuviesen extrayendo hierro a montones para la fabricación de lo que se necesitase. Había sido una buena reunión hasta que Arco abrió su bocota y arruinó todo como siempre.

Era simplemente un imbécil.

—Khowan —lo llamó aun sabiendo que él ya la estaba observando.

—Kaly, que bueno que viniste, necesito pedirte un favor... —habló su hermano con la voz dulce con la que siempre le hablaba, le hacía difícil mantenerse enojada.

Vió a su hermano con atención, se veía igual que siempre, y a la vez que no... Era como ella, se veían igual, pero ambos habían cambiado.

Ella había pérdido peso y estaba comenzando a compensarlo con su entrenamiento diario y volviendo a comer las veces necesarias, ya no usaba vestidos ni el cabello suelto, sus ojeras estaban más marcadas y su cara afilada; además del hecho que sus mejillas estaban rojas por las quemaduras del frío.

El Trono de Hielo #2 (TERMINADO) Where stories live. Discover now