XXXVI

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Octavo Mes de Encierro

Cuando sus ojos se abrieron la primera palabra que pasó por su mente fue la siguiente.

Fingir.

Otro día para fingir muchas cosas.

Que obedecía al Rey. Que era una leal seguidora a toda la basura que gobernaba a Kainhet, que adoraba dar información sobre la Alianza de los Reinos. Que no estaba destruida por dentro.

Se levantó del suelo y se puso encima la chaqueta de cuero que le habían dado. Claro que el Rey prefería matarla y no dejarle ese trabajo al invierno cruel que aún seguía creciendo afuera.

Cuando terminó con eso, se acercó a la puerta mirando de reojo la pared de piedra que la llevaba hasta los pasadizos y a la fuente del escudo de Kainhet.

Tocó con sus nudillos la madera de la puerta que fue abierta pocos segundos después por uno de los soldados que había afuera haciendo guardia.

Casi que le recordaba a Ilhea cuando recién había sido rescatada de Ikhia.

—¿Qué quieres ahora? —preguntó con disgusto el soldado.

—Quiero comida —contestó ella con voz neutra.

Lo único que podía sacar ventaja de todo eso era que al menos, dando información que ahora era falsa cien por cien, podía conseguir comida. El Rey no quería quedarse con su informe a la mitad, prefería que ella no muriera.

Aún. Él aún no quería que ella muriera. Quería darle la más dolorosa de las muertes. Mientras tanto, cuando ella pedía comida le traían un pedazo de pan y un poco de agua.

Se preguntó cuándo había sido la última vez que habían alimentado a Ihan, no estaba frente a él para saber si comía, dormía o respiraba... No estaba a su lado para poder darle la mitad de su pan.

Cuando el soldado trajo lo que pido, este abrió la puerta y lanzó el pedazo de pan casi duro, Arani lo atrapó en el aire antes de que este impactará con el muro detrás de ella rompiéndose definitivamente.

Comió lentamente su pedazo de pan, pensando una y otra vez en cómo romper el escudo. Una manera, pero no encontraba nada.

Desde hacía días, todas y cada una de sus noches, iba a los pasadizos hasta llegar a la puerta secreta que escondía la fuente. Cada noche, un poco de su sangre caía al suelo, cada noche, se quedaba horas y horas en ese lugar intentando solucionar uno de sus muchos problemas. Pero nada

No había logrado nada.

Su madre la había ayudado con el escondite pero no le había dado nada más. Solo pedidos que haría cuando estuviera libre.

Cómo saludar a los padres de Kara por ella, como abrazar con fuerza a la madre de Ihan y a su sobrino.

Arani no quiso pensar que esa sería la primera vez que lo tocaría verdaderamente, que sería la primera vez que lo tocaba verdaderamente.

Volver a sentir que abrazaba a alguien que quería le erizó todo el vello del cuerpo.

También tenía varios pedidos. Solo que estos eran más personales.

Como sanar finalmente su alma, para estar mejor con ella misma y poder verse en un espejo y ver sombras de recuerdos, muertes a su alrededor acechando la como un lobo a su.

Durante horas estuvo sentada en el mismo sitio, largas e interminables horas. Estiró cada músculo de su cuerpo todas las veces que pudo, revisó sus heridas y que estas estuvieran sanando correctamente.

El Trono de Hielo #2 (TERMINADO) Where stories live. Discover now