VIII

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Hacía mucho más frío en la Provincia del Oeste que en la Capital, eso era algo que Kalena había comprendido apenas puso un pie en el lugar. Sus manos dentro de los guantes se habían contraído por el viento gélido que la azotó como un golpe esparciéndose por todo su cuerpo.

Podría haber jurado que el viento traspasaba cada una de las capas de ropa que tenía encima del cuerpo, detrás de ella pudo sentir todas las exhalaciones forzosas de los soldados debido al cambio del clima.

En un reflejo quizá muy estúpido, subió las manos dejando que la túnica blanca con piel de lobo cayera para soplar aire caliente directo en sus guantes, no sintió mucha diferencia, pero se obligó mentalmente a pensar que si fue así.

Que sus manos se habían vuelto cálidas debido a eso y que ahora no temblaban tanto.

Frente a ellos, había una docena de soldados y frente a ellos Lou y Doss Franguell, tan abrigados que parecían tener el doble de cuerpo del que ya tenían.

Kalena se acercó a los hermanos con una sonrisa, dirigida claramente al menor de los Franguell ignorando a la cortesana de ojos verdes y nariz roja como actor en primavera.

Se quedó a dos pasos de Doss, borrando completamente su sonrisa, él la miró algo confundido por su cambio repentino, Kalena le dio una mirada de los cabellos de su cabeza a los pies.

—Mira que gordo estás con toda esa ropa, Dossy —le dijo volviendo a sonreír y extendiendo las manos para abrazarlo con fuerza.

Pudo oír la risa de algunos soldados, tanto de los que venían de la Capital con ella como los que ya estaban detrás de los hermanos. El menor de los Franguell soltó una risa suave como las que soltaba siempre y la abrazó por la cintura para acercarla un poco más a él y levantarla unos cuantos centímetros del suelo nevado.

—Habla por ti, pareces una ballena embarazada y las mejillas se te están comenzando a quemar por el frío —señaló él.

Kalena se quitó un guante al instante para comprobar que él tenía razón, la piel delgada de sus mejillas estaba comenzando a agrietarse y comenzaba a notar que cada expresión que hacía provocaba un poco de dolor en ellas.

Maldijo al invierno mentalmente. Lo hizo nuevamente cuando la mano se le congeló... otra vez.

Luego se giró hacía Lou.

El cabello castaño de la cortesana le caía como cascadas por los hombros. Usaba una capa azul cielo con piel en los bordes, pudo ver una capucha en su espalda, era una capa muy parecida a la que usaba ella en ese momento. Además de los guantes de cuero blanco que salían por las aberturas de la capa, y unas botas negras.

—Hola, Lou —dijo asintiendo con la cabeza, sin emoción alguna en el rostro, pero con algo de respeto, a fin de cuentas seguía perteneciendo a la corte de su hermano.

Le debía, aunque sea, un mínimo de respeto. Por minimisimo que fuera.

Al contrario de ella, Lou hizo una corta reverencia.

Kalena no supo si fue por mostrarles a todos que era respetuosa y leal a la corona o porque quería mostrarse a ella como la mejor de los inmortales para que luego no fuese a quejarse con Khowan.

—Princesa Kalena —respondió con un tono serio bajando la cabeza.

Las cejas de Kalena y Doss volaron al levantarlas y ambos se miraron confundidos por el fugaz comportamiento de su hermana.

Hasta Doss debía saber que su hermana estaba actuando como una completa desconocida.

Aun así, Kalena no le pidió que se incorporara, la dejó ahí unos segundos, mirando hacía su cabeza para que sintiera su mirada antes de que Lou se enderezara por sí sola.

El Trono de Hielo #2 (TERMINADO) Where stories live. Discover now