XXIV

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ADVERTENCIA: Este capítulo contiene contenido un poco más fuerte de lo normal, y es mi deber decirte que lo hay, a partir de los *** empieza tal escena, así que queda en ti seguir leyendo o no.

Te amo, Mila <3

Sus ojos miraban a un punto en específico en el suelo, pero aunque estaban concentrados en ese punto, ella realmente no veía nada. Ni sentía nada, al menos no por ahora.

Había obligado a su mente a bloquearse luego de que Ero se fue de la habitación y los guardias entraron.

Supo... Ella sabía que ellos no le habían dicho nada malo, al menos no algo peor a lo que habían hecho.

No pudo evitar pensar en que siquiera había pasado lo mismo que Kalena, ellos no rompieron las órdenes de su Príncipe sobre no llegar hasta ese punto. Pero aún así, la mancharon.

Incluso deseó que alguien viniera a rescatarla como alguien hizo con la Princesa alguna vez, sus hermanos junto a Nolan la habían rescatado; y en las Tierras sin dueño ella había evitado que eso sucediera nuevamente.

Y aunque nadie le hizo lo que a la Princesa, el trauma se quedó.

Al menos sabía que ni a Ero ni a Vladia le había agradado esa situación, debajo de todo su apuro por escapar, de su desesperación por salvarse... Había visto el disgusto imposible de esconder en el rostro del Príncipe.

***

Hacía ya horas que el Príncipe había comenzado a torturarla. No sabía con exactitud cuanto tiempo, pero sí sabía que en algún momento había vomitado la comida que había ingerido en el comedor. Sabía que su cuerpo dolía como el infierno.

También supo que su alma amenazó con caer y destruirse como un vaso de cristal al estrellarse contra el suelo cuando las palabras salieron de la boca del Príncipe.

—Déjenlos entrar.

Arani no tuvo que pensar mucho lo que él había dicho, lo había entendido a la perfección, fue entonces cuando comenzó a forcejear con todas sus fuerzas nuevamente; peleando por su futuro y destino. Luchando con todas sus fuerzas para escapar entera de allí.

Cuando la puerta se abrió, tres soldados la cruzaron y cuando ellos entraron, Ero salió del cuarto de pánico dejándola sola con ellos y Vladia. Podía ser que Arani se sintiese sola incluso con el Príncipe y la bruja, pero ahora se sentía más sola que nunca en su vida.

Muchísimas veces en sus largos años había sentido la soledad junto a ella, pero ahora, en ese mismo momento, podía jurar que la saboreaba en sus labios dañados, podía jurar que la sentía serpentear por su propia sangre.

Estaba sola.

Cuando el Príncipe estuvo a punto de salir del cuarto volteó hacia Vladia y la miró con una órden explícita en sus ojos que aún así se ocupó en aclarar.

—Que no la maten. Encargate —impusó Ero, la bruja asintió con el ceño fruncido, por su lado, Arani levantó la mirada con la mínima casi inexistente esperanza de que se retractara pero no funcionó.

En cambió, observó el asco, odio y desagrado en los ojos celestes pálidos del Príncipe. Él no quería hacer nada de eso, tenía que hacerlo. Arani supo que sería peor.

Solo manchas, había dicho.

Con solo pensarlo, Arani casi vomita otra vez... Pero en un estupido intento de no romperse a llorar y derrumbarse se dijo que podría ser mucho peor.

Se dijo que Ero acaba de dejar que le hicieran lo mismo que Angus le hizo a Kalena once años atrás e intentó repetir hace varios meses. Quiso decirse a si misma que terminaría rápido y que podría salir de ahí.

El Trono de Hielo #2 (TERMINADO) Where stories live. Discover now