XXV

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Quinto Mes de Encierro

Le gustaba sentir el frío del invierno en el rostro.

Le hacía recordar a Arani. Y en cuanto extrañaba a su amiga inmortal.

En sus milenios de vida, Nova había hecho muchísimos amigos y amigas... Pero ninguna que valiera la pena tanto como la mujer de cabellos dorados que estaba encerrada en Kainhet.

Hacía dos años y medio, cuando se enteró de la gran noticia que corría por todo Azkar casi deja todo lo que tenía e iba a rescatar a su amiga. Los rumores no tardaron mucho en correr en ese tiempo, no habían muchas cosas más importantes que el hecho de que supuestamente la asesina de Kainhet, la comandante de la muerte había sido enviada a Ikhia por traición a la corona. La noticia de que la Princesa no aceptada de Kainhet había traicionado a su padre había corrido en pocos días por cada boca, papel y chisme de todo Azkar.

Y en el momento en el que Nova se había enterado de ello pensó en ir a rescatarla. Pero Dan la había frenado, su pequeño hijo la había frenado, fue entonces cuando el hada volvió a su total entereza sabiendo lo inevitable. Si pisaba Ikhia moriría.

Si bien los de su especie eran fuertes, inmortales y legendarios tenían una debilidad como cada ser existente en la tierra. Necesitaban la magia para vivir, necesitaban de esa extraña e invisible presencia para poder seguir respirando...

Para la suerte de toda su especie, en cada pequeño lugar de Azkar había magia, incluso en las montañas que eran únicamente habitadas y gobernadas por humanos... Pero en Ikhia, no había no había una gota de magia en el aire, lo llamaban el lugar muerto, si alguien dentro de ese lugar tenía magia era algo muy breve y poco duradero...Debía ser alguien poderoso para guardar su magia allí.

Miles de hadas habían sacrificado su propia vida para mostrar los límites de su especie, pero ni guardando el más grande de los poderes podían sobrevivir más de treinta segundos.

Nova supo entonces que era en vano, ni aunque lo intentara llegaría a Arani para salvarla, no podría ni tocar la puerta de su celda antes de morir. Era una misión imposible y suicida.

Así que ella se había quedado durante dos años sin hacer nada, sufriendo cada día y hora pensando en la forma de salvar a su amiga.

Había contratado cinco veces a mercenarios, pero ellos jamás lograban llegar y nunca habían vuelto a ella. Con el paso del tiempo se resignó de su destino con un gran dolor en el alma.

Pero cuando se enteró que el Rey de Ilhea, había literalmente pagado a los centinelas para sacarla allí y que estaba junto a su corte en Ilhea fuera de sus cadenas y con un trato vigente había saltado de la felicidad.

Aun podía recordar lo que había sentido al verla en las Tierras sin Dueño nuevamente con sus túnicas y una daga, con su hermoso y astuto cerebro que no perdía un solo detalle.

Solía pensar muy seguido en Arani. Muchas cosas le recordaban a ella, el viento que corría en su rostro congelandolo rápidamente pero con la suavidad de una caricia también lo hacía.

Una vez, había oído murmurar a Arani que deseaba pasar un invierno en el que fuera feliz, en el que pudiese jugar con bolas de nieves como hacen los niños con normalidad y pudiera ver la nieve sin recordar el fuego del Rey y los Príncipes.

Se sentó con un suspiro en una de las enormes rocas que rodeaba el lago congelado del bosque del castillo, miró su reflejo rojizo en el hielo y pensó nuevamente en la última visión que había tenido.

Sabía que Arani estaba viva. Desde hacía semanas lo había visto, justo frente al Rey de Ilhea y su hijo cuando este le decía que Arani estaba en su cabeza y corazón. Nova se reía cada vez que recordaba la inteligencia y capacidad de presentimiento de su pequeño hijo.

El Trono de Hielo #2 (TERMINADO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora