XLIII

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—Vaya, vaya, mira que tenemos aquí —dijo la voz del Rey —. Parece que la arena de tu reloj se acabó al fin.

Arani suspiró pesadamente intentando saber si sus pulmones podrían tomar un poco de aire y darle algo de aliento. Luego de unos segundos de intentarlo, sus pulmones pudieron inflarse en busca de aire, pero a mitad de su respiración la tos la interrumpió y observó cómo el suelo se manchaba con su propia sangre.

Sin importarle mucho, se limpió la boca con el dorso de su mano e intentó ponerse de pie, pero una patada impactó nuevamente contra su estómago haciéndola rodar varios metros por el suelo. Sostuvo el área golpeada con su mano mientras reprimía un quejido.

—Ya no eres tan valiente cuando estás por completo sola ¿Verdad? —preguntó con burla el Príncipe que aún quedaba de pie.

—Te sorprenderías que tan valiente puedo ser —respondió ella entre toses —. Es mi habilidad preferida.

—¿Hacer como que eres la más valiente?

—No —negó Arani con la cabeza —. Sorprenderte.

Y aprovechando la confusión del Príncipe, Arani se puso de costado y extendió su mano lanzando gran cantidad de hielo directo al Príncipe, que terminó congelando a los soldados que se interpusieron entre su magia y Ero para protegerlo. Ero terminó siendo lanzado lejos y golpeado con uno de los sarcófagos debido a la potencia del ataque. Arani aprovechó esos pequeños segundos para intentar ponerse de pie, lográndolo al fin.

Sus piernas temblaron cuando recibieron todo el peso de su cuerpo, pero no calló, caminó un paso hacía la espada que había en el suelo agachándose para tomarla, en el momento en que dos soldados se acercaban a ella.

Haciendo uso de todas las fuerzas levantó la espada para hacerla chocar con la del soldado inmortal e hizo lo mismo con la otra para lanzar hielo directo al pecho del otro que se acercaba. Quizá congelando su corazón en el proceso, no lo sabía con exactitud, pero el soldado cayó al suelo luego de eso.

Su espada chocó nuevamente con la del soldado formando una casi perfecta cruz entre ambas, e intentando llamar toda la fuerza que tenía en su cuerpo, la que no tenía también, y con ella empujó la espada consiguiendo alejarlo de ella. Corrió hacía él y pateando su rodilla cortó todo el pecho del hombre matándolo.

Solo un poco más, se decía a sí misma, sólo uno más.

Una mujer esta vez se acercó y sin poder evitarlo su espada le cortó el brazo desde el hombro hasta casi llegar a su codo, pero Arani no se detuvo. Peleó hasta que pudo.

Solo un poco más, se decía a sí misma, sólo uno más.

Y así continuó hasta que sintió el fuego impactar en su espalda, lanzándola al suelo.

Apretó la mandíbula mordiéndose la lengua y sintiendo el agrio sabor a hierro dentro de su boca, observó la espada que había quedado metros más allá de donde estaba ella. Y suspirando apoyó sus codos en el suelo para comenzar a arrastrarse con el potente ardor y el sufrimiento en toda su espalda.

Pero no se detuvo, seguirá arrastrándose hasta que llegase a la maldita espada y lucharía hasta morir.

—¿A dónde piensas que vas, asesina? —preguntó la voz del Rey, a los segundos, Arani sintió una mano envolverse en su cabello y tirarla hacia arriba dejándola casi arrodillada.

Sus pies comenzaron a trastabillar cuando intentó mantenerse quieta y estable, evitando que su cuero cabelludo no se exigiera aún más. Un tirón más y ya podía oír el crujido de su cabello salido.

El Trono de Hielo #2 (TERMINADO) Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu