XLIV

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En el momento en que pasaron el Fiordo toda la guerra explotó por completo. En el preciso momento en que la primera flecha tocó el suelo del enorme e infinito patio del castillo todo empeoró.

Para todos.

Por que por los Dioses, estaban en una guerra, ¿Desde que descabellado punto de vista algo así puede ser algo bueno para cualquiera?

Junto a la caballería de la Corte Hada, que de hecho eran lobos mágicos, el tercio del Ejército de la Alianza que atacaría por ese lugar junto a los grifos de montaña de Nahobian y los que Nigel había encontrado en la misma montaña de Kainhet, desde el mismo momento en que todos juntos cruzaron el Fiordo del Olvido topándose con gran parte del Ejército Rojo.

En el suelo, los lobos de la Corte se toparon directamente con la caballería de Kainhet, incluso desde el cielo, Kalena había podido ver el gran tamaño de los caballos, sus enormes y fuertes patas, la velocidad con la que corrían y sus armaduras doradas al igual que los soldados.

Colocó otra flecha en su brillante arco de plata y tensó la cuerda para lanzarla directo al pecho de un neka que volaba encima de una de sus bestias de sombras. En el momento en que el jinete cayó su bestia voladora fue atacada por tres grifos que terminaron el trabajo.

Mucho más abajo, comenzaba a ver las explosiones, las flechas que volaban, el choque de las espadas y demás. Le indicó a Nigel con un toque que bajara hacía ellos.

—Solo a los hombres malos, chiquito. A los caballos dejalos —le pidió al grifo, como siempre, le hablaba con dulzura, puesto que Nigel aún era un bebe de casi cinco meses.

Y además era suyo, podía hablarle como le diera la regalada gana y al que no le gustase que mirase para un costado o viniera a conversar con ella.

Tal y como le había pedido a Nigel, él bajó su vuelo y abriendo las garras de sus patas comenzó a tomar a los soldados de los brazos y tirandolos por el aire. Muchos intentaron defenderse pero la capa de hierro montañes que su grifo tenía en la parte de su estómago lo hacía casi impenetrable. Además antes de que pudieran atacar a Nigel, el soldado ya era soltado así que bueno...

Así continuó un largo rato, una buena y larga hora quizá, o un poco más, antes de que la parte del Ejército que entraba al continente por los territorios de Vona llegaran al jardín y ayudaran a romper las filas del Ejército Rojo. Pronto ya habían tomado la entrada del jardín y debían comenzar con el castillo y el resto de la capital. Fue entonces que todas las fuerzas se dividieron en tres grupos.

Un grupo que iría directo a Shallow, el Reino que no solía tener mucha vigilancia y que estaba a muy pocos minutos de donde ellos se encontraban.

El otro grupo, iría hacía la Capital de Kainhet. Y su grupo se encargaría de lo que quedaba del castillo.

Aún les quedaba mucho tiempo. Esta guerra incluso podría durar días.

A pie se dirigió con Nigel por el jardín para que él pudiera descansar sus alas un poco ya que nunca había volado por tanto tiempo, y aunque Kalena sabía que las alas de los grifos ya venían diseñadas para volar durante horas sin cansarse no quería explotarlo de esa manera, podían detenerse un minuto, solo estaban revisando el patio, y habían otros jinetes en el cielo.

Tiempo después, cuando todos oyeron el silbido, se dirigieron directo a las puertas de entrada. Observó cómo unos soldados se ponían en una fila para derribar la puerta a los golpes, ya que claro estaría trabada y por obvias razones no les abrirán a voluntad.

Obvio.

Todos se posicionaron y al contar a tres comenzaron a golpear una y otra vez la enorme puerta. Muchos más se unieron hasta que luego de varios minutos y de magia de las hadas y otros soldados la puerta se abrió.

El Trono de Hielo #2 (TERMINADO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora