XXXIII

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Séptimo Mes de Encierro

Una sonrisa se formó en el rostro de Khowan cuando los vio.

Lo que sus ojos veían eran flotas y flotas de enormes barcos.

A su derecha, se encontraba la Jefa de los montañeses con su protector cuidandole la espalda, podía ver la satisfacción en los ojos celestes de la humana junto a él. Incluso por más mínimo que se mostrará, pero podía verlo.

A final de cuentas, en esta guerra ella al fin podría vengar las muertes de sus familiares. Si bien ella no le había dicho su historia a Khowan, él la sabía a la perfección, había oído del ataque de Kainhet hacía los montañeses por problemas en las rutas marítimas, habían matado a varias familias por eso. Lo que sí había descubierto es que en esas familias entraba la de la actual Jefa. Nolan y Deker le habían contado toda la historia cuando volvieron a Ilhea la primera vez, hace muchos, muchos meses.

A su izquierda, estaba Caían, el Rey de Nahobian, en su rostro solo podía ver el enojo contenido desde el ataque de su nación hacía casi tres meses. El ataque había destruido parte de la capital ya que Kainhet había enviado sus soldados únicamente para provocar miedo, su principal objetivo había sido el castillo.

Todos tenían cuentas pendientes, incluso los reyes de Ethesbba, ya se habían recuperado con ayudas de todos los otros reinos del ataque hace más de medio año atrás.

Khowan tenía que cobrarle a Kainhet el ataque a la Capital, a la Provincia del Oeste, a lo que le habían hecho a su hermana, lo que le habían hecho a Arani.

Todos tenían un propósito para pelear en esta guerra. Sus asuntos personales y la protección en un futuro de sus ciudadanos y Reinos.

—¿Entonces me estáis diciendo que todos estos barcos están hechos de madera de kipia? —preguntó la Jefa de los montañeses con su ceño fruncido y su rostro pintado.

—Si, señora. Más del cincuenta por ciento de ellos está hecho de kipia, el resto es de roble —respondió Bella, la Reina de Ethesbba, desde el ataque a su nación casi había dejado de lado a su esposo para tomar todo el control, había sido un cambio rotundo, y podía notarse en el Reino —. A mis padres y abuelos les encantaba el acabado de la madera y siempre tenían varios cargamentos para utilizar, además de las reservas que los demás reinos aportaron. Con ello pudimos fabricar toda la armada.

—Esto está más que perfecto, Bella, muchas gracias —dijo Caían asintiendo con la cabeza.

—Ahora ya no hay bandos ni grupos, todos somos y pertenecemos al mismo grupo, vamos para el mismo destino. Lo único que Ethesbba hizo fue ayudar a los suyos —aclaró la Reina con la claridad y la esperanza en sus palabras.

Le sonrió ampliamente antes de devolverle el gesto al Rey de Nahobian. Ahora tenían una enorme flota de barcos.

Las fuerzas navales de las cuatro naciones se iban a unificar para el momento de la guerra, pero ahora tenían muchos más barcos que incorporar a ellos y eso era una excelente noticia.

Khowan sabía que el momento estaba cerca, podía sentirlo en su piel, en la manera en que los vellos del cuerpo se le erizaban con la brisa helada del exterior... Como si el mismísimo invierno quisiera advertirles a todos en Azkar lo que inevitablemente sucedería pronto. Tarde o temprano.

Aunque Khowan sabía que sería más temprano que tarde.

Kainhet era un poderoso enemigo, con más de siete siglos de preparación únicamente para enfrentar guerras y con el ejército rojo compuesto por las armadas de los seis reinos que antes ocupaban el continente. Con suerte y la bendición de los dioses, todos juntos ahora igualaron las fuerzas del imperio.

El Trono de Hielo #2 (TERMINADO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora