VII

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Arani no recordaba desde hacía cuánto tiempo quería verlo. Desde hacía cuánto tiempo había deseado verle la cara y saber que estaba bien, que había sido feliz.

Y por fin había podido hacerlo, luego de casi dieciocho años había podido conocerlo.

Conocer a su sobrino, conocer a Ihan.

Se sintió algo estúpida al tenerlo frente a ella, a solo unos cuantos metros, y no haberlo notado nunca.

Una de las razones para ir a Kainhet había sido ir en busca de Ihan, liberarlo de los Príncipes y el Rey, y lo había tenido a menos de dos metros todo el tiempo.

Simplemente no había podido creerlo.

Y pensar que luego de las horas que pasó bajo la nieve cortando rosas del río le mostraron a Ihan, y lo amenazaron frente a ella con matarlo si no decía algo sobre la alianza, se había sentido prácticamente muerta.

Había sentido que el alma se le caía a los pies, si ella no hablaba su única familia en todo el mundo moriría. Por su culpa, otra vez.

Pero tampoco podía decir nada, miles de vidas dependían de que ella no dijera ninguna palabra, de que se callara por completo. Pensó mil formas para salvar a Ihan de la peor de las muertes si ella se negaba. Pero no había encontrado ninguna y eso le había dolido mucho más.

Podría haber dado su vida por la de él, pero no lo aceptarían, ella tenía toda la información que les servía para ganarle la guerra a la alianza y disfrutarían más torturándola que a un niño.

Se había odiado tanto que por un momento pensó que si aquello sucedía estaría por completo muerta sin estarlo siquiera. Todo dejaría de importarle.

Pero la habían engañado, otra vez; se habían aprovechado de su poco conocimiento sobre su sobrino para manipularla tal y como querían, y por un momento funcionó. Pero como siempre, la ambición de ellos les jugaba malas pasadas.

Habían dejado a Ihan frente a ella, y ahora ella estaba un paso adelante.

Cuando oyó las palabras salir de su boca, lo que había sucedido después de su boda, lo que Erik le había dicho... esas palabras habían hecho que la vida volviera a su cuerpo de golpe. No le importó quemarse las manos ni el brazo, solo necesitaba tocarlo, aunque hubiese sido solo la punta de los dedos de su mano.

Necesitaba saber que eso era real y no otro juego en su mente.

Se había sentido plena y con esperanza por completo.

Luego notó que sabía mucho más de lo que creía sobre su sobrino. De a poco, juntando todas las conversaciones cortas que había tenido con él en las semanas que llevaba cautiva había aprendido de su vida.

Había oído cortas historias sobre su niñez, sobre sus padres y sobre lo feliz que había sido hasta que Erik murió y decidió buscar al resto de su familia. Sin darse cuenta había conocido más no solo a su sobrino, sino a su hermano.

Erik se había enamorado, se había casado y había formado una familia que le alegró el corazón durante años.

Su hermano había encontrado la felicidad, había encontrado a la madre de Ihan y lo habían tenido a él. Años después de su nacimiento se habían casado y habían sido felices por mucho tiempo.

Y aunque ella nunca lo había sabido, fue feliz por él, por un pequeño momento fue feliz por él.

Luego odio que le hayan arrebatado toda esa felicidad. Casi pudo sentir el hielo brotar por sus dedos de tanta furia contenida.

A Erik le habían quitado absolutamente todo simplemente por hacer lo correcto.

Y aunque él ya no viviera, Arani le había hecho una promesa, una que no rompería. Mantendría a Ihan seguro hasta su último respiro y le daría paz a su alma de una vez por todas.

El Trono de Hielo #2 (TERMINADO) Место, где живут истории. Откройте их для себя