Capítulo 3

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Fiestas y refrescos

Amaia, 17 años

—¿Qué te parece?

Volteé y vi a Melissa salir del probador luciendo un vestido negro ajustado.

—Te queda bien —dije.

Ella se miró dubitativa frente al espejo.

—¿Bien de "no hay nada que te luzca mejor" o bien de "es bonito"? —cuestionó.

Aquellos eran comentarios típicos de mi amiga, sabía que no se rendiría hasta que prestara atención hasta al más mínimo detalle de su prenda, por lo que me puse de pie y me acerque al espejo.

—Te queda espectacular —comenté.

Al parecer, esa respuesta la dejó tranquila pues, le dijo a la vendedora del lugar que se llevaría el vestido.

—Amaia, ¿No has elegido nada aún? —preguntó con reproche.

Negué con mi cabeza.

—Ningún vestido llama ni atención —me excusé.

La verdad no había puesto empeño en la búsqueda de mi atuendo, solo di un vistazo rápido a la tienda y me senté en uno de los sillones para ver una serie en mi teléfono.

Melissa me miro exasperada y entro al vestidor para cambiarse, luego de unos minutos volvió luciendo sus jeans claros y blusa celeste.

—Esa película te tiene mal —me recriminó.

—Es una serie —recalqué.

—Lo que sea, vamos a buscar tu atuendo.

—Solo un capítulo más —insistí.

Mi amiga me miro con ojos entrecerrados mientras negaba con su cabeza.

—Como si no te conociera —dijo—. Espera aquí, ya verás que encuentro algo.

—¡Ya sabes mi talla! —grité mientras se alejaba.

Melissa empezó a serpentear por todo el lugar mientras que yo volví a centrarme en la serie y esperaba a que ella volviera.

Sabía que su urgencia por ir de compras se debía a que en unas horas, un grupo de universitarios darían una gran fiesta.

Esa fue la razón por la que durante el desayuno, Melissa llegara a mi casa diciendo que tenía una emergencia y que era urgente que la acompañara. Mamá no estaba y papá se encontraba con Tommy mirando un partido de futbol, él ya estaba acostumbrado a esa clase de visitas de mí mejor amiga por lo que no le tomo importancia y me dio permiso.

Si bien me gustaban las fiestas, no me hacía mucha ilusión asistir a una en la que la mayoría de asistentes serian personas mayores y que no conocía.

Ninguna de las dos estaba en la universidad ni tampoco éramos amigas de alguien que estuviera allí pero, de forma misteriosa, Melissa había conseguido una invitación.

Mis sospechas estaban en Álex, el hermano menor del anfitrión y quien asistía a nuestra clase. Él estaba enamorado de ella y siempre buscaba excusas para acercársele. Incluso, intento ser mi amigo pero, al ver que no lo ayudaba con Melissa, desistió. No servía para celestina.

A pesar de todo, él seguía insistiendo, la fiesta era una prueba de aquello.

Al cabo de unos minutos, Melissa volvió cargando varias prendas.

—Vamos, pruébatelos y mira si te gustan —insistió.

Tomé el montón de ropa y me adentré en uno de los vestidores. Melissa conocía mi estilo por lo que todo lo que me trajo fue de mi agrado.

Anhelos ArrebatadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora