Capítulo 33

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Recuerdos y heridas

Amaia, 19 años

Los sábados eran mis días favoritos en el trabajo pues, solo trabajaba hasta mediodía.

Observé el reloj y vi que faltaban menos de cinco minutos para que terminara mi turno, había sido un día productivo, había realizado varias ventas y había evitado que un niño quebrara un portarretrato de cristal.

Mientras terminaba de anotar todo en el libro contable, recibí una llamada.

—Hola, Kim —saludé, entusiasmada.

—Amaia, ¿Cómo estás? —preguntó.

—Trabajando, ya falta poco para que salga —dije.

—¿Julian está contigo? —preguntó.

—No, está ayudando al señor Manuel a pintar la pared exterior —dije.

Escuché un suspiro al otro lado de la línea.

—Mejor —dijo—. Conociéndolo, si estuviera a tu lado querría espiar nuestra conversación.

—Es cierto —dijo.

—Amaia, quería hacerte una pregunta.

—Claro, dime.

—¿Julian está saliendo con alguien? —preguntó.

—No lo creo —dije.

—Es que ayer hicimos una videollamada y en un momento observé un regalo envuelto en su escritorio —dijo.

—¿Qué tiene eso de extraño? —pregunté.

—Eso no es todo, cuando le pregunté para quien era se puso nervioso e intento desviar el tema, divagó hasta que solo dijo que era para su madre —dijo—. A ver, Julian es terrible para recordar fechas importantes, sus regalos de navidad los adquiere el mismo día y creme cuando te digo que no se preocupa de envolverlos. Hasta tenía un lazo que estoy segura, él no podría haber conseguido hacer.

Contuve una risa al percatarme a que se refería Kim.

—Quizá este año quiso hacer algo diferente —dije, no podía decirle que se trataba de su regalo.

—No lo sé —dijo.

—¿Qué piensas de que Julian le guste alguien? —pregunté, hasta ahora estaba segura de los sentimientos de él, sin embargo, con Kim solo era sospechas.

—Bueno, estaría feliz, él es increíble se merece a alguien que lo amé —dijo.

Noté cierta duda en su tono.

—¿Pero?

—Bueno, no quería decírtelo por teléfono, pero creo que me gusta Julian —confesó—. Al principio pensé que no era nada pero, al ver el regalo y su nerviosismo, no sé qué pasó podría decirte que hasta me puse celosa y yo no lo soy.

Ante eso no pude evitar soltar una carcajada.

—Igual si ya tiene a alguien de nada sirve que me guste —continuó.

—No saques conclusiones adelantadas —sugerí.

—Mi casi inexistente vida amorosa es un desastre —dijo—. Por cierto, ¿Qué tal vas con Leo?

Le conté lo que había pasado la otra tarde, habíamos pasado gran parte de la noche conversando, fue la primera vez que le conté con todo detalle lo que había sucedido con él y mis dudas.

—No nos hemos vuelto a ver —dije—. Solo un par de mensajes, igual no he insistido y él está estudiando por lo que tampoco lo ha sugerido.

—¿Volverías a intentarlo? —preguntó.

Anhelos ArrebatadosWhere stories live. Discover now