Capítulo 36

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Enfrentar el pasado

Leo, 20 años

Lo había hecho.

Le había dicho la verdad a Amaia y no había sido fácil.

Cuanto dolía mirar sus ojos y leer en ellos "tú eres mi esperanza", podría mentirle y fingir pero, eso la rompería más. Amaia necesitaba sanar, superar viejas heridas y mirar hacia adelanten, en lugar de martirizarse por cosas ocurridas en el pasado.

Después de decirle aquello, se quedó un momento en silencio y volvió a acostarse, dijo que quería estar sola. Respete aquello por lo que dejé la habitación.

Su padre estaba en la sala junto con Tommy, ambos con señales de haber llorado. Al pasar por su lado solo me despedí y salí de la casa.

...

Pasaron cinco días hasta que volví a ver a Amaia, no fue un encuentro planeado, yo me encontraba comprando algo en una tienda de víveres cuando noté que alguien se paraba a mi lado.

—Hola —saludé.

Amaia me devolvió el saludo.

—A Emma se le olvidó comprar zanahorias —comentó—. No sé cómo se le olvidan siempre si las utiliza a diario para los jugos de Tommy.

—Yo también las olvidaría, son horribles.

—No sabes lo que dices —comentó.

Ante eso sonreí, algo un poco forzado así como la pequeña sonrisa en su rostro.

—¿Cómo has estado? —pregunté.

—Sobrellevándolo —dijo—. El ambiente en casa vuelve a estar más tenso de lo normal aunque, mi madre ya está estable, fui a verla en la mañana.

—¿Hoy es un buen día? —pregunté, recordaba que ella me había dicho que así median el tiempo con respecto a su madre.

—Lo es.

Después de eso nos quedamos en silencio, el cliente que estaba delante de mí termino de pagar por lo que avancé. Una vez que la cajera me entrego el recibo, me tome más tiempo del necesario para guardarlo en uno de los bolsillos de mi chaqueta, hasta eso, Amaia también terminó de pagar.

Ambos avanzamos hasta la salida y cuando estábamos por tomar caminos contrarios, no pude aguantarme y le pregunté.

—¿Quieres hablarlo? —pregunté—. Con más calma.

—Sí, supongo... —dijo, no obstante, algo llamó su atención pues, su mirada cambio de dirección—. ¿No es tu madre?

La miré extrañado y voltee. En efecto, mamá estaba allí.

¿Por qué había venido?

Lo que menos quería era lidiar con ella en esos momentos, sabía que era cuestión de tiempo para que me contactara de forma directa, aun así, no esperaba verla en persona.

Ella también se percató de nosotros por lo que se acercó.

—Leo, hijo —dijo con tono de ilusión y se lanzó a abrazarme.

Solté y suspiro y le correspondí.

—Madre.

Ella se alejó y puso sus manos sobre mi rostro mientras me observaba a detalle, parecía que estaba analizándome. Era incómodo.

—Has cambiado, incluso este más alto —dijo y cualquiera pensaría que le importaba—. Ha pasado tanto tiempo desde el al última vez que te vi.

—Nos vimos en navidad.

Anhelos ArrebatadosWhere stories live. Discover now