Capítulo 8

25 1 4
                                    

La visita

Amaia, 17 años

—¿Qué hiciste para terminar así?

La pregunta de Leo no me sorprendió, por mi aspecto, cualquiera pensaría que había atravesado un huracán.

Mi uniforme blanco estaba repleto de manchas de tierra y traía el cabello recogido en una coleta mal hecha de la que se desprendían varios mechones. Por no hablar de la herida que tenía en la rodilla derecha.

—Clase de deportes —contesté.

Leo enmarcó una ceja y acomodó mejor los libros que cargaba en sus brazos.

—¿Y qué deporte era? —preguntó—. ¿Lucha libre?

—Fútbol —dije mientras suspiraba y caminaba cojeando.

Esa clase por lo general era fácil, solo realizábamos ejercicios básicos y un par de vueltas a la cancha de baloncesto para luego hacer lo que deseáramos. No obstante, nuestro profesor había tenido que ausentarse, por lo que de reemplazo había enviado a un apasionado del fútbol que nos obligó a jugar las dos horas completas a pesar de que, la cancha estaba resbalosa y repleta de lodo debido a la lluvia de la noche anterior. Todos terminamos sucios y exhaustos. Mientras que otros, como yo, también terminamos con heridas.

A mi lado, Leo batallaba para contener la risa.

—No te burles —dije.

—No quisiera estar en tu equipo, si así terminan después de un juego...

Lo miré enojada por lo que, él sonrió y se inclinó para besarme.

Después de lo ocurrido en la casa abandonada, nuestra relación había cambiado. Pensé que después de aquello, me sentiría incómoda en su presencia o que ni siquiera querría volver a verlo pues, no habíamos acordado nada, solo fue un beso.

No obstante, sentía que estaba en una burbuja de felicidad, el único cambio que había notado era que Leo me besaba. Al principio, me pidió permiso y como en lugar de decirle que sí, me incliné y rocé mis labios con los suyos, él entendió que aceptaba.

No hubo una propuesta ni nada parecido, no pensaba necesitarlo, aunque una pequeña parte de mí quería aclarar qué clase de relación tenía con él. ¿Solo se trataba de amigos que se besaban o podía llegar a ser algo más formal?

—La cancha estaba húmeda y con lodo, por lo que me resbale y caí —expliqué—. De ahí la herida.

—¿Te duele? —preguntó.

Negué con mi cabeza.

—Ya no, me la curaron en enfermería.

—Apóyate en mi hombro, he notado como cojeas —pidió.

Puse mi mano sobre su hombro y avanzamos. Al girar, pasamos por su casa y en ese instante, escuché como Leo soltaba una maldición.

Voltee a verlo ya que, estaba intrigada por su repentina reacción.

—¿Ocurre algo? —pregunté.

—Se me olvidó subir un proyecto —respondió—. ¿Sabes qué hora es?

Saqué mi teléfono de la mochila y lo observé.

—Faltan 5 minutos para la una.

—Creo que alcanzo, iré a presentarlo.

Asentí y estaba preparada para irme, cuando noté como tomaba mi mano y me guiaba a la puerta.

—Leo...

Anhelos ArrebatadosWhere stories live. Discover now