Capítulo 12

25 0 0
                                    

El aniversario

Amaia, 17 años

Me observé en el espejo por última vez para repasar mi atuendo; un vestido negro con estampado de pequeña flores amarillas, una chaqueta corta de lana en color beige, zapatos planos y el cabello suelto con ligeras ondas. Por último, me coloqué un poco de brillo labial. Estaba lista.

Era un día especial.

Cumplía dos meses de relación con Leo.

Esperaba que en esta ocasión las cosas salieran bien. Lo cierto era que, a ninguno de los dos se nos daba bien el recordar las fechas, por lo que el primer mes a ambos se nos pasó por alto.

Solo caímos en cuanta de que había pasado el día, cuando él vino a buscarme pasada la medianoche. Fue gracioso.

Tras asegurarme de que todo estuviera bien, tomé mi pequeño bolso y salí a la sala.

—¿Saldrás con alguien, Amaia? —preguntó papá.

Me detuve junto a la puerta principal, volteé y observé a mi padre. Estaba usando sus lentes de lectura, sostenía un periódico con una mano mientras que con la otra revolvía azúcar en una taza de café.

—Sí, con Leo.

Papá asintió.

—¿Por qué no lo invitas un día a la casa? —sugirió—. Ya va siendo hora de que conozca al muchacho que trae a mi hija en las nubes.

Ladee mi cabeza, avergonzada.

—Papá...

—Es lo justo, tu madre lo conoce y según ella parece encantador —dijo—. Aunque, aún debo comprobarlo.

—Lo invitaré a casa —prometí.

—Amaia, no te pido esto para presionarte o por desconfianza, solo quisiera tratar con él y no sentir que lo quieres ocultar —explicó— ¿O acaso es él quien no quiere venir?

—No es eso —le aseguré—. ¿Qué te parece la próxima semana?

Mi respuesta lo tranquilizó.

—Me parece bien —dijo—. Incluso, prepararé mi barbacoa especial.

Aquello no era una buena idea. Las barbacoas de papá eran todo un acontecimiento aunque, su platillo estrella no tanto.

—De seguro le encantará —dije, esperaba que a Leo le gustara la comida picante.

Papá sonrió.

—Ve tranquila, no vaya a ser que se desesperé.

Me despedí de mi padre y salí rumbo a la casa abandonada, allí nos encontraríamos e iríamos hasta el mirador. Era un lugar bastante apartado de la ciudad y solía ser muy concurrido los fines de semana, lo bueno era que al ser jueves, no habría mucha gente.

Estaba anocheciendo, vi como algunos niños jugaban en la acera mientras que sus padres charlaban entre sí.

Caminé tranquila mientras tarareaba una canción que había escuchado durante una película y busqué por varios días hasta dar con su autor. Siempre pasaba así, me obsesionaba con un tema y lo escuchaba tantas veces que me lo aprendía de memoria hasta que dejaba de gustarme.

Al seguir avanzando y doblar la esquina, me encontré con Leo.

Estaba apoyado sobre el marco de la ventana mientras tenía la mirada hacia el cielo y una mano en el bolsillo de su pantalón.

—Bonita vista —dije. al llegar a su lado.

Él me sonrío.

—Ahora ha mejorado.

Anhelos ArrebatadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora