Epílogo

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Amaia, 20 años

La despedida fue inevitable.

Después de seis meses, Leo se iba, aunque con una buena razón y la promesa de volver a encontrarnos. Era extraño, hace un tiempo pensar en aquello había sido doloroso, no obstante, eso cambió y no podía estar más tranquila con que él retomara su vida.

Un día antes de su vuelo, le organicé una despedida, algo similar a mi cumpleaños, fue un momento especial y, sin lugar a dudas, una de mis memorias favoritas. Estaba segura que para él también significó mucho.

Mientras esperaba afuera de su casa a que terminará de guardar sus maletas en el auto, empecé a pensar en todo lo que cambio en ese tiempo, como él se convirtió en un apoyo para que pudiera reencontrar mi camino y avanzar.

Sí, todos tenemos anhelos arrebatados pero, eso no impide seguir adelante y luchar por lo que creemos y queremos porque nosotros somos los cimientos de nuestras vidas, sobre nosotros se pueden construir miles de planes y a su vez, ser mil veces derrumbados. Sin embargo, siempre seremos esa base sobre la cual podremos reconstruir para volver a empezar.

Cuando guardó la última maleta, suspiré.


Leo, 20 años

Las maletas estaban guardadas, en menos de una hora estaría en un avión de regreso a mi rutina, sin embargo, volvía con nuevos y mejores cambios.

Amaia estaba a mi lado, observando como guardaba mis cosas en el auto, parecía tranquila aunque sus manos la traicionaban. No dejaba de jugar con el borde de su blusa.

Ella fue, por mucho, la mejor coincidencia que me dio la vida. Quien creería que aquella chica que vi correr hacía una casa abandonada para comer un trozo de pastel, se convertiría en alguien tan importante en mi vida y que me impulsó a resolver asuntos que siempre creía que quedarían como pendientes.

—Pensé que me despedirías en el aeropuerto —dije.

Amaia se encogió de hombros.

—Los aeropuertos me dan nostalgia, seré un mar de lágrimas si voy —respondió.

—No esperaría menos.

Eso hizo que ella pusiera los ojos en blanco.

—Ya se me fue toda la emotividad.

—¿Segura? —cuestioné—. Creo que puedo ver tus ojos cristalizados.

—Es el sol.

—Está nublado, Amaia-maia.

—Déjalo —dijo—. ¿Has guardado todo?

—Creo que sí, de igual forma, me daré cuenta si olvidé algo cuando lo necesite —dije.

Como no añadió nada, nos quedamos en silencio. Sabía que no era una despedida definitiva, no obstante, el momento era especial por lo que representaba para ambos.

—Bueno, creo que es hora de despedirnos —murmuré.

Amaia se acercó y la rodeé con mis brazos. Sabía que nos mantendremos en contacto y era probable que volviéramos a coincidir pero, ambos sabíamos que cerrábamos una etapa difícil y que habíamos arrastrado por mucho tiempo.

Después de unos minutos, nos quedamos parados uno frente al otro, pude notar como sus ojos volvían a cristalizarse a pesar de que, ella estaba haciendo todo el esfuerzo por no dejar salir sus lágrimas.

Yo también lo hacía.


Amaia, 20 años

Hice todo lo que pude para evitar que el llanto me venciera, no pensaba que el momento se tornaría tan emotivo, no me imaginaba que hubiera pasado si lo veía subirse al avión.

—Que tengas un buen vuelo, me avisas cuando llegues —dije, tratando de no se me quebrara la voz.

Él sonrió.

—Lo haré, espero que nos veamos pronto, Amaia-maia —dijo.

—Yo también.

—¿Si pudieras inventar algo, que sería? —preguntó.

—Una poción que me permita memorizar todos los idiomas del mundo —dije.

Él sonrió.

—No esperaba menos.

Nos reímos de aquello.

—No lo dudo —dije—. No dejes de hacer tus preguntas.

—No lo haré, Amaia-maia —prometió.

Una vez dicho eso, sacó las llaves de su bolsillo y se acercó al auto. Pensé que iba a entrar, no obstante, realizó una última pregunta.

—¿Estamos bien, Amaia?

Sonreí.

—Lo estamos, Leo.

Después de años, para ambos, esa frase era verdadera.

Fin


Nota. Gracias por leer y por el apoyo que le dan a la historia 💕

Gracias Amaia✨

Gracias Leo✨

Nos leemos pronto!!

Nos leemos pronto!!

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Anhelos ArrebatadosWhere stories live. Discover now