Capítulo 10

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Verdades amargas

Amaia, 17 años

Las horas pasaban en un suspiro mientras estaba junto a Leo, habían pasado dos semanas desde que había aceptado ser su novia y no podía estar más feliz.

Nos seguíamos reuniendo con regularidad, ahora incluso, iba a verme con más frecuencia a la escuela, lo cual me ayudaba mucho ya que, Melissa siempre tenía algún pendiente que realizar. Sobre ello, ya no sabía si creerle o no.

La casa abandonada se veía más colorida, Leo había estado realizando algunos dibujos, los cuales, había pegado en la pared para hacerla más atractiva. Ese día estaba trabajando en uno. Bueno, más bien un retrato.

Mi retrato.

—¿Terminaste? —pregunté por enésima vez.

Leo negó con su cabeza.

—Un poco más.

Solté en suspiro.

—Esto es aburrido —me quejé.

—Dijiste que querías que te hiciera un dibujo —me recordó.

—Sí, pero uno donde no tuviera que pasar horas sentadas como una estatua, ya me duele el cuello —me excusé.

Él soltó una carcajada.

—Solo llevas ahí veinte minutos, que exagerada —me molestó.

—Espero que esta pose me favorezca...

—Tú no necesitas posar, de cualquier forma eres hermosa —dijo como si nada.

Aquello provoco un ligero rubor en mis mejillas, olvidaba el efecto que él causaba en mí.

Después de aquello nos quedamos en silencio, solo es escuchaba el ruido del lápiz al trazar sobre el papel. Leo mantenía una expresión de suma concentración, tenía manchada parte de su mano izquierda debido al lápiz y elevaba la vista hacia mí en repetidas ocasiones aunque, solo en un periodo de pocos segundos para luego detallar su trabajo.

Cuando ya en serio me estaba cansando, Leo terminó. Se acercó y me ofreció el papel.

—Aquí tienes.

Tome la hoja entre mis manos y lo observé, no me consideraba tan vanidosa pero, aquel retrato lo consideraba el mejor. No creía que hubiera podido salir más guapa ni tomándome una foto con una cámara profesoral. Él tenía talento.

—Me encanta, eres el mejor —dije mientras lo abrazaba.

Él me correspondió y depositó un beso sobre mi frente.

—Deberías colgarlo aquí, eso resaltaría todo el lugar —sugirió.

Sonreí mientras negaba con mi cabeza.

—Y luego yo soy la exagerada.

—Es la verdad.

—Eso lo dices porque me miras con ojos de amor —dije a modo de broma.

Él me observó con ternura.

—Como más podría mirarte.

Sonrió y se inclinó para besarme. Besar a Leo se había convertido en mi sensación favorita, por más que lo hiciera miles de veces, cada una de ellas era diferente y me fascinaba en igual o mayor medida. Lo quería mucho.

Con lentitud, me separé de él y apoye mi cabeza sobre su pecho.

Nos mantuvimos en esa posición durante unos minutos hasta que Leo observó su reloj.

Anhelos ArrebatadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora