Capítulo 23

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Sueños encapsulados

Amaia, 19 años

La semana de clases en mi universidad había terminado aunque, eso no significaba que estaba libre, tenía una larga lista de tareas que debían ser completadas y una de ellas, la más complicada, eran las que tenía la fecha más próxima.

Aunque, en ese momento no creía que tuviera cabeza para pensar en ello, tenía un pequeño asunto que atender en la tarde.

Mientras recogía mis cosas, vi como Kim, la compañera que me ayudó en la feria y otro chico, se acercaban a mí.

—Hola, Amaia —saludo Kim, entusiasmada—. ¿Tienes grupo para el trabajo de francés?

Era la clase que acababa de terminar, la profesora no había querido elegir los grupos de forma aleatoria puesto que pensaba que sería más fácil si cada uno lo hacía con sus amigos.

—No he buscado —admití.

—Podrías hacerlo con Julian y conmigo —ofreció.

Me sentí apenada, eran pocas las veces en las que coincidía con ella y al parecer, siempre tenía que buscarme compañía.

—No es necesario —dije, a pesar de que no tenía muchas posibilidades ya que, esa era la clase que no compartía con mi paralelo por lo que no conocía a muchas personas.

Julian, que hasta ese momento había permanecido callado, intervino.

—No te dejaremos hacer todo sola, seremos un buen equipo —dijo—. Además, será divertido.

—Tiene razón —apoyó Kim—. ¿Aceptas?

No tenía amigos en la universidad, hasta ese momento había tenido la suerte de que todos los profesores elegían de forma aleatoria los grupos por lo que, a pesar de mi casi nula interacción con el resto, nunca me quedaba sola.

Sabía que el ofrecimiento de Kim era sincero, además, me agradaba a pesar de que no compartía mucho con ella mientras que, con Julian compartía solo una clase y parecía simpático, por lo que sentía que sería bueno trabajar con ellos.

—Sí, está bien.

—Listo, pásame tu número para crear un grupo de chat —dijo.

Se lo di y mientras ella lo registraba, guarde el último libro que tenía en mi escritorio. Era un alivio que en la universidad no tuviera que llevar cuadernos por asignatura, aunque si tenía una carpeta llena de apuntes y ciertos libros que pedían, no se comparaba con cargar diez cuadernos sin contar el resto de materiales que tenía en bachillerato.

—Ya está —anunció, Kim—. Allí coordinaremos las reuniones.

Asentí y me dispuse a despedirme de ellos, sin embargo, Julian habló.

—¿Quieres que te lleve? —preguntó—. Dejaré a Kim y puedo pasar por tu casa.

—Gracias pero, tengo bicicleta —expliqué.

Él sonrió.

—Listo, nos vemos.

Una vez que me despedí de ambos, salí y me dirigí al parqueadero. El viaje a casa ocurrió sin imprevistos, al llegar, fui a bañarme y cambiarme para luego acudir a la cocina.

Por lo general almorzaba sola, puesto que, Tommy salía más temprano de su escuela, papá comía en su trabajo y Emma acudía todos los viernes al supermercado porque según ella, ese era el día en el que llegaban las verduras y frutas por lo que estaban más frescas.

Mi rutina diaria consistía en asistir a la universidad, ir al hospital y volver a casa, eso era todo. Con excepción de ciertos días en los que ayudaba a la señora Blake o Emma se olvidaba de comprar algo en el supermercado y me pedía que lo hiciera.

Anhelos ArrebatadosWhere stories live. Discover now