Capítulo 39

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Color

Amaia, 20 años

—Amaia, ¿Qué haremos en tu habitación? —preguntó Leo.

Él se veía intrigado, lo cierto es que no podía culparlo. En la mañana le había enviado un mensaje pidiéndole que viniera a mi casa y que trajera consigo todos los pinceles y pinturas que tuviera. Por lo que tenía a un Leo cargado con todos sus implementos.

—Quiero pintarla, sobre todo mi arcoíris —dije mientras señalaba a mis alrededores—. Creo recordar que te ofreciste a ayudarme.

—No olvidas nada, Amaia-maia.

—Solo lo que me conviene.

Él sonrió.

—Esta bien, manos a la obra.

Dicho eso empezamos a mover todas las cosas que había en mi habitación. Colocamos papeles en el suelo para protegerlo de la pintura. Tomamos cada uno una brocha y un balde de pintura y empezamos a trabajar.

Las paredes blancas era la más fácil por ende eso era lo que me había delegado Leo. Él quiso encargarse del arcoíris.

—Quiero hacerle unos cambios —dijo—. ¿Me permites?

—¿Cómo sé que quedara bien? —cuestioné, solo para molestarlo.

—Yo soy el artista aquí —dijo en tono engreído.

—Bien, señor artista, pero si no me gusta, tendrás que arreglarlo —dije.

—¿Es un reto?

—Quizá.

Después de aquello, empezó a trabajar.

El tiempo pasó, había terminado mi parte por lo que ahora ayudaba a Leo. Él había trabajado sobre la base del arcoíris aunque le estaba agregando otros detalles al igual que un nuevo dibujo a un costado. Una silueta.

Era bastante relajante pintar, era un momento ideal para no pensar en nada y descansar. Sin embargo, cuando me detuve, observé a Leo.

—Tu semestre terminó —comenté.

Estábamos en enero y la semana anterior él había tenido sus exámenes.

—Así es, debo tomar mi vuelo la próxima semana —dijo.

—¿Estas emocionado?

—Un poco, tengo que hacer una parada en casa de Kate —dijo—. También estará Marie así que, creo que será increíble.

Sonreí.

—¿Qué tal te pareció volver a Trayvel? —pregunté—. No creo que fue tan relajantes.

—Fue mejor de lo que esperaba, todo lo que quería hacer y más se pudo lograr —dijo—. Quien diría que Trayvel sería tan bueno.

—¿Vas a admitir que te gusta mi ciudad? —cuestioné.

Él se encogió de hombros, sonriendo.

—Tiene su encanto pero, extraño el ajetreo de Raulvill.

—Desearía conocerlo, mis padres me llevaron una vez pero era demasiado pequeña por lo que no recuerdo mucho —comenté.

—Si decides viajar, avísame y seré tu guía personal.

—Que gran oferta, lo consideraré.

Él sonrió.

—Bien, ahora pásame la pintura celeste —pidió.

—Sí señor.

Así continuamos trabajando por alrededor de veinte minutos.

Anhelos ArrebatadosWhere stories live. Discover now