Capítulo 7: Escuchen esto

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West, en el calabozo, ya no sabía qué día era, se sentía incómodo, quería bañarse, quería ver la luz del sol, quería ir a casa. Ya no le estaba pareciendo tan divertido jugar a ser seyren. Y entonces, volvió a escuchar pasos. Era un guardia, estaba seguro, quizás le traerían la comida, aunque no tenía hambre.

La puerta se abrió y la luz del día inundó su habitación, tuvo que cerrar los ojos.

—Ya puedes salir, a ver si has aprendido a comportarte –le habló el hombre. No era el novio de Azul, qué lástima, le hubiera gustado decirle unas cuantas cosas.

Afuera caía una pequeña llovizna. Lo primero que hizo West en cuanto estuvo libre fue correr hacia la celda donde dormía normalmente, a su celda, buscar a su guitarra Kim. La encontró sana y salva, apoyada contra la pared. La tomó con delicadeza y se sentó en la cama abrazado a ella.

Una lágrima rodó por su mejilla, mientras acariciaba las cuerdas y una suave melodía salía de ellas. ¿Qué había hecho? Extrañaba a su familia. Extrañaba a sus amigos, a Rain, a Slade y a Pranch, ¡habían venido a buscarlo! ¡Habían arriesgado sus vidas por él! Tanto así lo querían. ¿En qué había estado pensando al decidir quedarse aquí?

Entonces nuevamente escuchó pasos que se acercaban y se secó rápidamente su lágrima con las mangas de su abrigo, era difícil tener privacidad en el recinto, a menos que estuvieras en el calabozo, claro.

—¡West! –Era la dulce e inconfundible voz de su sirena.

Azul llegó y lo abrazó con sus fornidos brazos. Claro, en eso había estado pensando al decidir quedarse en seyrenlandia, en esa dulce niña, en su nueva guitarra Kim y en todo lo que podrían hacer juntos.

West le devolvió el abrazo y sintió el fuerte cuerpo de Azul, se preguntó por qué siempre se había sentido con la necesidad de protegerla si claramente ella era increíble en batalla. Lo recordó entonces cuando ella volvió a hablar:

—Lo siento mucho por que hayas tenido que ir al calabozo por mi culpa. –Azul se sentó junto a él en su cama, sutilmente sus manos se tocaron y West sintió que las cosquillas de la mano daban un recorrido por su cuerpo hasta su estómago—. No debes responderle así a Tom, sabes cómo se pone.

Bueno, esas palabras borraron los sentimientos lindos que acababa de experimentar. West separó el tacto de su mano y ahora la miró tajante.

—Sabes que eso que hizo no es justo, abusó de su autoridad aquí.

Azul no contestó.

—¡Azul! Tienes que reaccionar, en serio no sé cómo puede ser tu novio, no sé qué le ves.

—Él me ama –los ojos celestes de Azul lo miraron como si quisieran explicarle todo.

—¿Y tú lo amas? –al preguntar eso, West sintió que su corazón se le estrujaba y no quería saber la respuesta.

—Sí –la respuesta llegó de todas formas y terminó por pincharle el pecho, cerró con fuerza los ojos y apartó la mirada. Cuando volvió a abrirla tenía el ceño fruncido.

—No entiendo –le dijo con suavidad después de unos segundos.

—No tienes que hacerlo –le respondió Azul—, son mis sentimientos, no los tuyos. Sé que crees que puedes salvarme, y lo aprecio mucho, pero yo no necesito eso.

West sopesó sus palabras unos segundos, comenzó a tocar algunas notas con suavidad en su guitarra Kim.

—Hay algo que quiero decirte –le habló mientras la miraba a los ojos y comenzó a cantar.

Escuela de Villanos [3]: Año de descubrimientosWhere stories live. Discover now