Viruela de dragón

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Los Potter aún no se enteraban de la profecía, porque le habían pedido a James que no fuera a la casa, pues tenían una enfermedad y no querían que se contagiara nadie

Ellos accedieron, aunque no pudieron evitar preocuparse, después de todo, Euphemia y Fleamont Potter habían sido los papás de todo el grupo por más de 7 años

Entonces pasó, Fleamont envió un patronus diciendo que la enfermedad de ambos había empeorado y al fin les habían confesado cuál era esa enfermedad. Viruela de dragón

Ese día James, Sirius y Vega estaban inclinados sobre la chimenea del apartamento, hablando con Fleamont y Euphemia quiénes para ese punto ya lucían completamente verdes

—Mamá, papá —Llamó James después de que ellos les contaran eso— Si esto es una broma les juro que no es divertido

—Mi pequeño Jamie —Dijo Euphemia— Esto no es una broma. Han venido sanadores de San Mungo todos los días

—Siempre creí que tú encontrarías la cura para casos graves papá —Dijo Vega dirigiéndose a Fleamont

—Sí... También yo hijos

Sirius se armó de valor e hizo la pregunta que él sabía sus hermanos querían hacer y sus padres querían oír

—Cuánto tiempo les queda?

—Una semana a lo mucho —Dijo Euphemia

Los tres chicos se quebraron

—Niños —Llamó Fleamont— Queremos despedirnos apropiadamente, tenemos un protocolo que nos dieron en San Mungo para que puedan venir

—Sí —La interrumpió James— Podemos quedarnos allá hasta que...

—No chicos —Dijo Euphemia— Solo pueden venir el último día, es cuando dejaremos de ser tan contagiosos

Una vez que acordaron la visita, los tres chicos se quedaron frente a la chimenea, sin saber qué hacer. Sus padres morirían en unos días y no había nada que pudieran hacer al respecto

Poco más tarde Remus, Jon y Lily llegaron al apartamento. Los chicos seguían ahí con la mirada perdida. Ellos compartieron una mirada y se acercaron a abrazarlos

Más tarde les pudieron contar todo, entre lágrimas y preguntas sin respuesta. Poco después acordaron que todos le escribiría una carta a los Potter y los chicos se las llevarían

Finalmente el terrible día llegó. Ese día la mirada llena de alegría de James estaba completamente apagada, su look casualmente descuidado estaba hecho un completo desastre y parecía que no había cuidado de sí mismo en semanas a pesar de que el día anterior habría podido pasar por un galán de televisión

El cabello sedoso y brilloso de los Black estaba apagado y con frizz, sus ojos de un gris de tormenta fuerte y hermosa, ese día parecían de un gris ceniza

Llegaron hasta la puerta de la que fue su casa por años. Tocaron y les abrió un sanador, los recibió con una mirada llena de pesar, pero se las arregló para darles una sonrisa torcida que intentaba ser de apoyo

James que estaba en medio de ambos sintió terror antes de entrar y se aferró a las manos de Sirius y Vega, los tres estaban paralizados en la entrada. La sonrisa torcida logró llegar a una dulce, eso los hizo avanzar

—Lamento su situación —Les dijo el sanador cerrando la puerta tras ellos

Llegaron hasta el cuarto donde estaban en sus últimos momentos aquellos que los criaron, aquellos que engendraron y criaron al ser humano más puro del universo, al mejor amigo. Aquellos que lo criaron con tan buen corazón como para ayudar a sanar a sus amigos que se habían convertido en sus hermanos. Aquellos que habían traído al mundo a James Potter y con ese acto habían hecho el mundo un poco mejor y con un poco más de alegría y verdadera valentía

James no sabía cómo sentirse, sabía que los Black tampoco estaban bien y eso lo destruía, pero él mismo no se encontraba bien como para darles apoyo, James Potter se sentía impotente mientras veía a sus padres agonizar, a sus hermanos sufrir y él mismo se sentía morir

Los Black ni siquiera podían describir qué estaba pasando por sus mentes, aquellas personas les habían dado lo mejor que tenían, a James. Aquellas personas los habían recibido en su casa y en sus corazones. Aquellas personas los habían llamado hijos y los habían tratado como tal

Los Potter, siempre entendiendo a sus hijos les sonrieron con amor, invitándolos con la mano a acercarse. Ellos obedecieron

—Qué tal han estado mis pequeños? —Cuestionó Euphemia que a pesar del tono verde de su piel lucía una sonrisa maternal— Se ven terribles

—Imagina cómo nos sentimos —Respondió James

—Vamos muchachos —Dijo Fleamont— No los trajimos a sufrir, queremos estar con ustedes. Queremos que sepan que no nos falta nada por hacer

—Así es —Afirmó Euphemia— Hicimos cuanta locura quisimos en nuestra juventud, nos enamoramos, nos casamos, incluso nos hicimos aún más ricos

—Y como si la vida no hubiera sido ya lo suficientemente maravillosa, te tuvimos James, la gran luz de nuestra vida, nuestra felicidad extrema con tus rizos despeinados y sonrisa hiperactiva

—Y la vida siguió premiandonos cuando tú Sirius y tú Vega llegaron, nuestros pequeños gemelos asustados y llenos de ego al mismo tiempo

—Tuvimos tanta dicha siendo adolescentes como siendo adultos —Afirmó Fleamont

—No tenemos algo que decir —Se quebró James— Tratamos de preparar un discurso o algo así, pero no hay palabras para esto, no sabemos qué hacer

—No son necesarias las palabras —Lo calmó Euphemia— Verlos aquí, sanos y salvos es más que suficiente

—Terminamos nuestra labor como padres y nada nos calma más que eso. Ahora los tres están casados y están felices

—Saben que los queremos, verdad? —Dijo Vega— Los adoramos y siempre serán los mejores

—Siempre serán la familia en la que estamos agradecidos y orgullosos de terminar —Afirmó Sirius

—Y siempre serán los mejores padres que alguna vez existirán en la historia —Finalizó James

Los Potter les sonrieron como les habían sonreído muchas veces más, les asintieron y cambiaron de tema. Los hicieron leer todas las cartas y los hicieron prometer que no se dejarían derribar por nada

El momento de su muerte fue horrible. La viruela de dragón comenzaba a cortarles la respiración, aún así los Potter no demostraron todo el dolor que estaban sintiendo y mientras el aliento se les escapaba poco a poco, ellos miraron con una sonrisa llena de amor a sus niños






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Sweet Eyes | Remus Lupin |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora