CONTACTO EN LA ÚLTIMA FASE

CAPÍTULO 1

La torre de cemento armado y cubierto por placas de gruesa cerámica, se elevaba casi cien metros sobre el árido suelo. Las ventanas que se abrían hacia el inclemente exterior eran gruesos cristales de más de diez centímetros de espesor, por las noches, o cuando soplaban las tormentas de arena eran de acero blindado que dejaban la gigantesca construcción convertida en un bunker, esta era reparada y reforzada al más mínimo atisbo de riesgo.

Unas ciento y poco entre mujeres y niños y apenas veinte hombres sobrevivían allí dentro. Repartidas por la región, aprovechando manantiales naturales que aún había bajo toneladas de arena y reciclando todo lo posible, cuarenta de estas construcciones sobrevivían en el planeta, que se supiese y estuviesen en contacto por radio..

Tras años de guerra, cambio en el clima, subida del mar, tras la desaparición total de los casquetes polares y glaciares el agua dulce era el único bien que valía la pena. Por eso se asentaban tan lejos unas de las otras, estas fuentes naturales estaban separadas. Intentaban controlar la población de los pocos animales de granja que se habían salvado y las semillas que habían conservado. El enorme techo era un excelente y necesario vivero donde se cultivaba verdura fresca, aunque protegida por cristal que solo dejaba pasar los rayos de sol beneficiosos y salvaban de la radiación.

Los pocos que entendían sobre depuradoras, filtros de aire, y mecánica dedicaba tiempo al día a anotar su sabiduría antes de que se perdiese, además de enseñar a los demás miembros de la población, fuesen de la edad o sexo que fuese.

La parte de abajo era, además de el garaje para apenas unos automóviles todoterreno que aún funcionaban, la cuadra para los animales que se criaban como alimento.

Sobre esa planta el almacén de grano y comida de animales, una más arriba la despensa para los seres humanos que aún habitaba esa tierra infértil. Cocina y comedor comunitario ocupaban las siguientes, sobre estas.

Todo ello aprovechando materiales duros de construcción encontrados aquí y allá y con el esfuerzo de todos, hombres y mujeres que trabajaban en la oscuridad y algunos de ellos incluso perdían la vida. La tierra había perdido su capa de protección, nada crecía bajo el astro rey. Toda vida debía de permanecer a cubierto, ya fuera animal o vegetal, los cuales seguían siendo necesarios para sobrevivir.

No solo existía esa comunidad, había otras fundadas con el paso del tiempo, pero Alfa 1, como llamaban a la torre de cemento, o el arca , hierro y capas de cerámica era la más antigua. Tres generaciones habían pasado. Estaban lo suficiente lejos unas de otras para que no hubiese opción a ser atacadas por sus suministros o por las mujeres que allí habitaban, las cuales estaban instruidas desde muy niñas para su propia defensa.

Otro de los efectos eran los incontables abortos sufridos por las que quedaban encinta, sobreviviendo más las hembras, que los varones de la especie. Lo que había supuesto que estas estuviesen acostumbradas a acometer trabajos peligrosos, de mantenimiento de la estructura y el cuidado de las materias primas, así como la defensa si fuese necesaria.

Lucía era una superviviente de la primera generación, ya cumplía los cincuenta años y no pudo tener hijos. Su marido dio su vida en la defensa del lugar, al principio de todo, cuando manadas de hombres asalvajados por no tener nada, en vez de adherirse a las arcas de vida, preferían robar , violar o matar.

El tiempo casi acabó por exterminarlos, las terribles enfermedades de la sobre exposición al sol sin protección, la falta de agua potabilizada y alimento que no fuera animales salvajes tan enfermos como ellos, incluso las batallas que tenían entre miembros de las mismas bandas les hacía perder poder poco a poco.

Tras apaciguarse el entorno, más arcas empezaron a fundarse entre los pocos supervivientes. Lo suficiente cerca para comunicar por radio, y lo suficiente lejos para no interferir en la zona de acción de las demás.