CAPÍTULO 68

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Empujada por Laura y Soreigh, Lucía entró en el palacete en la que habitaba su hermana, Deigh y Tarigh. Era extravagante, enorme, la decoración no era lo que ella hubiese pensado de una mansión que en el exterior se veía tan sólida y parca en detalles, nada más que la enorme puerta de doble hoja , y tres pisos de ventanas rectangulares altas. Todo estaba decorado en colores blanco y negro y formas geométricas puras. Nada más acceder se podía ver el enorme salón de entrada, con el suelo de piedra en damero, columnas jaspeadas en los colores predominantes de un alto techo que casi parecía infinito y la escalera, tras unos diez escalones se abría en dos, una hacia la derecha y otra a la izquierda, como si separase dos alas de la casa.

Justo en ese descansillo, enorme como una habitación en sí mismo se destacaba los símbolos de la familia, negro sobre blanco, en los símbolos que en la tierra equivalían a la «G» y la «H».

Distribuidas por toda esa sala que se abría bajo la escalera se encontraban gran parte de os invitados, al parecer solo faltaban ellos y la familia de la que sería la compañera de vida de Tarigh. Los ojos de todos se volvieron a mirarles, Soreigh vestía de sobrio color negro, Laura de puro Blanco como correspondía a las mujeres encinta según las costumbres y ella en medio de ambas.

Vestida de rojo. Nadie usaba ese vivo color en ese momento, la mayoría optaba por colores suaves que no contrastaran tanto con sus pieles albinas y sus cabellos platinados Sin embargo ellas, las mujeres terráqueas eran un hermoso espectáculo que admirar por los hombres y envidiar por las mujeres.

El alcalde Juan y su esposa le seguían ambos vestidos con las vestimentas proporcionadas por Soreigh. Él en sobrio color gris oscuro, y ella en un verde esmeralda que resaltaba su cabello castaño dorado. Juan y Rioeigh cerraban la comitiva vestidos ambos de color negro, Nydia y su madre estaban entre ambos en diferentes todos de azul que rivalizaban con el dorado de sus cabellos, La madre lo llevaba recogido con sobriedad, Nydia optó por dejarlo suelto, suavemente ondulado natural. El color oro de ambas en su cabeza arrancaron miradas de admiración.

Rioeigh afianzó el brazo de Nydia sobre el suyo, en posesivo gesto, Nada más llevar a una mujer así, a su lado ya indicaba a cualquier posible rival que entre ambos había un compromiso. Sin embargo Juan solo permanecía junto a Elena sin rozar su cuerpo. Los terráqueos o conocían esos convencionalismos, sin embargo Rioeigh advirtió a Juan que si su madre se acercaba y le pedía que le ofreciera el brazo, lo hiciera, sin embargo, no con Elena.

Juan, no sabiendo muy bien el porqué de tal usanza, se limitó a asentir. No era momento para preguntar, todo quedó en silencio, Tarigh, junto a Deigh bajaron vestidos de forma casi idéntica a ambos jóvenes. La vestimenta masculina, salvo la capa que usaban estilo toga con un broche simbólico al hombro era sobria, sin embargo las mujeres lucían casi etéreas con esos colores tan pálidos, lo mismo en su piel como en sus delicados vestidos. Ellas llevaban, igual que sus parejas los símbolos de su familia, pero bordados en alguna zona de las costosas y elegantes telas en color plateado.



Nada más legar a la zona de descanso de la escalera por la que bajaba el comandante, los ojos de este buscaron inconscientemente a su familia y a los terráqueos, para su sorpresa, y a pesar de haber ordenado que Lucía no fuese llevada allí, Soreigh no obedeció. Al contrario, incluso la hizo vestir con el más hermoso color rojo que pudo encontrar y puso en su cuello, cabello y muñecas costosas joyas que él reconoció como pertenecientes a la familia por su color blanco y negro.

Una jodida declaración de intenciones por parte de Soreigh, la cual no evitó su mirada, al contrarío, miró hacia atrás llamando a Juan, el joven terráqueo con planta de guerrero a su lado y puso su mano sobre el codo de este. Su mismo sobrino llevaba de esa manera a Nydia. Vaya, su familia había aprendido demasiado pronto que él no era un dictador, como era costumbre serlo en los patriarcas de las familias notables.

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