CAPÍTULO 7

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Lucía daba vueltas en la habitación central del refugio. El comandante se había retirado a la cuadra con la excusa de contemplar a los animales más a fondo y estudiarlos. Simple estrategia , sabía que ella necesitaba tiempo a solas tras apenas contarle parte de la verdad.

Echó una última mirada hacia atrás antes de salir del lugar, llevando consigo el casco que usaba como protección. También era la única comunicación directa y cifrada con su hermano. A través de su dispositivo manual, el que siempre llevaba encima, pasaría cualquier conversación por los sistemas centrales de la nave, pero había cosas que era mejor discutir en familia. Sobre todo después de haber dejado el encargo de hacer de «niñera» de la terráquea herida horas antes por la que estuvo a unto de perder su nave favorita y dejarle de rehén en aquel inhóspito planeta.

Deigh solo respiró a medias cuando la puerta de su camarote se cerró tras ellos con seguridad. Su acompañante terráquea, apenas vestida con la sábana de la habitación medicalizada caminó unos pasos descalza por es suelo antes de volverse y mirarle retadora con los brazos en jarras echando la capa negra que la cubría hacia atrás.

––¿Qué significa eso de que soy su posesión? ¿Tú esclava?––preguntó Laura sin querer alzar la voz en demasía.

Deigh se dejó caer contra la misma puerta. No tenía ganas de ponerla al corriente del centenar de leyes que gobernaba su planeta y que la consideraría como tal hasta que no tomase un compañero.

––No tienes que preocuparte por nada de eso ahora. Ahí tienes una cama––señaló con un elegante movimiento de su fuerte brazo una habitación adyacente––. Descansa, también, si lo necesitas hay un baño, con agua purificada si deseas una ducha, como decís en vuestro planeta para tu uso. Yo he de seguir con mi trabajo desde aquí.

Ella no se movió del sitio, observaba en derredor con curiosidad, mirando las pantallas que había en la esquina.

––¿Eso es un ordenador?

––Es lo más parecido a lo que en tu planeta nombráis así. A través de él puedo conectar a cualquier sistema, comunicarme con todos a bordo y hacer llegar mis órdenes al centro neurálgico de la nave––respondió Deigh con una paciencia que creía no poseer.

––¿Puedes comunicarme con mi hermana?––inquirió Laura esperanzada.

––Tu hermana sabe que estás siendo cuidada a bordo. Así que toma una ducha y sigue descansando. Tu herida puede parecer sanada, pero el tejido aún ha de cicatrizar. Cuando lo hagas comerás y tendré aquí algo para que vistas con decencia.

Laura miró su vestido hecho con la sábana, estaba rasgado en varias zonas, su muslo asomaba por el lateral. Sin embargo el hombre que tenía delante no se comportaba cono los bestias con los que se topó en la habitación adornada con lanzas y armas primitivas. Solo la miraba a los ojos y parecía tener unas ganas tremendas de perderla de vista. Se encogió de hombros.

––Estoy cansada, pero tengo hambre. No creo poder dormir con el estómago vació.

Deigh suspiró, no él no era bueno como niñera. Pulsó su comunicador manual que siempre llevaba encima.

––Teniente Soreigh ––dijo en tono suave.

––¿Sí capitán Deigh?––escuchó la voz de la mujer.

––Nuestra invitada además de comida, necesita algo de ropa. No puede andar medio desnuda por aquí.

––No, no queremos más problemas, en breve estaré yo misma ahí con lo que pueda conseguir de vestimenta y un par de raciones de comida. No será conveniente dejarla sola demasiado tiempo, por muy seguro que sea el camarote––contentó la teniente médico.

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