CAPÍTULO 46

55 9 3
                                    

La actividad para todos fue frenética en los dos últimos días de estancia en el arca, organizar el traslado de animales, personas, equipajes y alimentos para todos ellos no era una tarea fácil. El ganado sería el que primero ingresaría en la nave que ascendería hasta la nave de rescate que estaba a horas terráqueas de su punto sobre la atmósfera, dónde seguiría la rotación de la misma durante el horario nocturno. Se decidió que a esa hora los animales estarían mucho más tranquilos, aunque Soreigh se aseguraría de que no ocurriesen problemas inyectándoles una pequeña dosis de medicación para que fuesen dóciles y permaneciesen sin alterar durante el traslado.

La construcción de una rampa que sustituiría las escaleras que ascendían desde el nivel dónde se encontraban al del hangar que es a donde se adhería la manga que les llevaría como un pasillo a la nave de traslado estaba terminada y era lo suficientemente fuerte para aguantar el peso de los más grandes como las vacas que producían leche y la docena de camellos que poseían tras unir los suyos a los rescatados.

Nadie descansó en horas, apenas paraban unos instantes para comer algún bocado y continuar la tarea encomendada.

Tal y como prometió el comandante, Galia fue escoltada por Accrush para ver a su hermano. La actitud de este parecía más relajada que el día anterior. No se levantó de la cama dónde estaba sentado, sino que con un ademán le ofreció un sitio a su lado nada más quedarse a solas tras la puerta cerrada.

––¿Cómo te encuentras?––preguntó Fredd cuando su hermana tomó asiento .

––Iba a preguntarte lo mismo. Yo ya estoy curada, no sé que será lo que me inyecta la doctora, pero es casi mágico.

––Yo también me encuentro perfectamente, ni siquiera queda una señal rosada en el sitio donde recibí el golpe de estilete de la alcaldesa––sonrió Fredd––. Es una mujer con redaños, quiero que ella te guíe a partir de ahora. La educación que yo te pude dar no es nada comparado con lo que ella puede ofrecerte. Necesitarás hacer amigos, ella te ayudará.

––Tú también lo harás, Fredd. Nos acostumbraremos a esto. He visto al bajar animales que nunca pensé que siguieran existiendo. Una niña jugaba con unos conejitos. Ni siquiera sabía qué eran hasta que una mocosa sin colmillos, que no llegaría a seis años me lo dijo. Para llegar hasta aquí hay que pasar por las puertas de la zona de cuadras donde mantienen el ganado. Esos animales también vendrán en la nave.

––Claro, conejitos... Sí...––dijo el hombre en tono algo ausente.

––¿Qué estás pensando? ¿No querrás quedarte aquí, solo? Tampoco podrás acercarte a otros seres humanos, ya hablamos anoche del peligro que suponemos para el resto de los humanos...

––No tienes que preocuparte, Galia––dijo aligerando el tono Fréderick, no quería preocupar a su hermana––¿Estás alimentándote bien?

––Sí, en abundancia, la doctora me revisa un par de veces al día. Incluso me ha instado a salir y conocer a los habitantes del arca, pero no me apetece aún. He recibido la visita de Lucía y Laura. También de la doctora Elena y su hija. Uno de los guerreros está siempre vigilante para que nadie me moleste, no me falta de nada. La ropa está pasada de moda, pero es calentita, aunque he olvidado cambiar las zapatillas.

––Bien, Lucía cumple lo que promete, me alegro por ello. Solo deberías, por ejemplo, salir de la enfermería, no solo como ahora, a verme. Caminar un poco fuera, ahora mismo cuando subas. Solo serán dos días y estaremos fuera de todo esto. No sé como serán sus naves, pero seguro que muy diferentes a lo que acostumbramos.

––También me ofrecieron algún libro, pero sabes que monto y desmonto un rifle de asalto con los ojos cerrados, pero jamás aprendí a leer––dijo la joven mujer.

CONTACTO EN LA ÚLTIMA FASEWhere stories live. Discover now