CAPÍTULO 43

55 10 4
                                    

La escapada del camarote de Maddekj le llevó más tiempo de lo esperado. Necesitaba que su compañera se alimentase tras la unión. Danielle cayó agotada en un sueño que le impidió ingerir nada. Eso no era bueno. Debía ser visitada por los doctores, tenían que comprobar que estaba bien y tras las horas pasadas en sus brazos no había sufrido daño. Había intentado ser cuidadoso, la diferencia de tamaño entre ambos le había hecho sufrir un esfuerzo titánico para no dejarse arrastrar completo por el furor del celo.

Dejó una bandeja con alimento recién calentado sobre una mesita cercana y puso una mano en su hombro delicado.

––Danielle, despierta, hermosa, tienes que comer...––dijo con suavidad extrema el gigante.

Ella se tapó la cabeza con la colcha color antracita, solo dejó ver mechones rojos de su cabello mientras susurraba.

––Solo un ratito más, no quiero trabajar aún, estoy cansada...––dijo se compañera con voz somnolienta.

Maddeck tomó asiento a su lado en el colchón, este se hundió por su peso. Su compañera estaba soñando, tantos años teniendo que levantarse pronto para trabajar en las cocinas, quizás en su imaginación dormida, recordaba ese padecimiento al sentirse agotada.

––Estás conmigo, preciosa mía, no tienes que trabajar, solo despertar para comer. No puedes estar dos días sin tomar alimento.

Tironeó de la colcha para dejar al descubierto su carita llena de pecas, sus ojos se abrieron poco a poco, como si saliese de un pozo de oscuridad.

––Tenía una pesadilla, la anciana Grette quería que me levantase al alba y saliese a buscar carbón para la cocina, yo no me quería levantar, estaba cómoda, calentita...

––Y lo seguirás estando, podrás descansar todo el día tras comer y la visita del doctor, le he comunicado que le avisaré una vez que te alimentes.

Ella se incorporó. Seguía desnuda bajo las sábanas, se envolvió con ellas para sacar los pies de la cama. Maddekj le ayudó a levantarse.

––Me vestiré en cuanto coma, no voy a recibir a un médico de esta guisa––dijo la muchacha al sentirse desnuda bajo las capas de sábanas.

––Está bien––accedió Maddekj sentándose junto a ella ante la mesa––. Si no tienes frio, primero comemos, ahora buscarás algo con qué vestir. Venga, sé buena con tu compañero, estoy preocupado, llevas horas sin ingerir nada...

Con ganas la joven comió el tazón que parecía hecho con cereales molidos y crema. Echó de menos la dulzura de la miel que producían en el arca, pero no dijo nada, una cucharada tras otra. Tomó el zumo de una fruta que no conocía. Observada por Maddekj, de cerca, él descuidaba su propia comida.

––Tú también debes comer, oh, gran guerrero––dijo soltando una cómica risilla.

––Me alegra de verte de buen humor. ¿Te encuentras bien después de...?––dijo intentando ser comedido con el tema. Ella enrojeció enseguida.

––Un poco dolorida, creo que he trabajado músculos que no sabía ni que existían––dijo sonriendo tras tragar.

––Siento ser el culpable de tu malestar––dijo con pesar el guerrero––. Quería retrasar esta ceremonia para que estuvieses mucho más fuerte.

––La culpa fue de mi curiosidad, pero no me arrepiento. No creo que sea necesario una visita del doctor, unas horas de descanso hoy... y esta noche estaré lista para volver a... si tú quieres––dijo con una sabiduría que no supo de dónde venía.

Maddekj negó con la cabeza lo que hizo que la cara de la joven hiciese un mohín de desilusión. Ella repitió.

––Me siento bien, no me has hecho daño––reiteró la terráquea. Pesas un poco, pero eso se soluciona, yo me pongo encima y...

CONTACTO EN LA ÚLTIMA FASEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora