CAPÍTULO 44

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Tarigh quedó un paso por detrás de Lucía. Penetró desarmado en la celda, pero sus puños permanecían cerrados, apretados a sus costados, listos para entrar en combate. Sentía como la adrenalina crecía por sus venas. Ese hombre había estado a punto de llevarse a su amante, no una, sino dos veces. Todo aquella que estaba haciendo en esos momentos iba en contra de su sentir, destruirle era demasiado poco. Pero la reflexiva alcaldesa, cuya mente parecía muchas veces ser casi clarividente le convenció de lo contrario. Hacer que el enemigo se volviese amigo, y ahora contaban con la ayuda de esa mujer rescatada de las mismas garras de la muerte, su hermana Galia.

––Tremendo honor, alcaldesa...––dijo inclinando la cabeza más como un acto de burla que de respeto.

Tarigh estuvo a punto de ponerlo en su sitio, pero Lucía dio apenas un paso de costado frenando cualquier intento de moverse del comandante sin tener que apartarla.

––Espero que la herida esté mejorando, y que, aunque las condiciones de la celda no sean muy apropiadas, no te incomode demasiado. ¿Necesitas más alimento? ¿Mantas para la noche?

––¿Viene a reírse de mí?––preguntó Fredd a la defensiva.

––Siento que no tenga, en fin... baño para cubrir todas sus necesidades, quizás un cubo no sea lo más apropiado, pero nosotros no teníamos celdas acondicionadas, nunca tuvimos que necesitarlas––continuó Lucía en tono suave y calmado.

––¿A qué coño han venido? Deja de dar vueltas Lucía, y de sujetar a ese perro que tienes a la espalda. Si es tan hombre que venga aquí y me de con sus puños.

Esta vez la mano de Lucía tuvo que frenar al guerrero.

––No venimos a molestar, sino a darte la noticia que tras esa puerta te espera tu hermana Galia. La rescatamos a medio camino del arca, venía herida, pero ya está bien...

––¡Habéis sido vosotros, hijos de puta!––gritó Fredd dispuesto a atacar como una fiera acorralada.

Tarigh tuvo que apartar a Lucía para frenar el intento de Frédderick de lanzarse contra la entrada. No tuvo problemas en reducir al terráqueo y lanzarlo sobre la cama, la cual absorbió el impacto. Si hubiese sido contra el suelo o la pared, Fred no hubiese podido levantarse a la velocidad que lo hizo.

––Permanece tranquilo, Frédderick. No queremos hacerte daño, pero no dejaré que maltrates o hables de forma irrespetuosa a Lucía. Nosotros no somos los culpables, continua tranquilo, y la dejaremos pasar. No queremos que seas un peligro para ella estando tan alterado––dijo el comandante con voz profunda, tranquila, a pesar de estar en posición de defensa .

––¡Es mi hermana! ¿Por qué iba a dañar a mi hermana?––gritó Fredd.

––Has intentado atacar con esta tres veces a Lucía. Tu historial para con las mujeres no es el mejor para confiar en ti––dijo el comandante en tono mucho más tranquilo que su interior..

Fredd se dejó caer, derrotado en la cama. Se lo merecía.

––Pueden atarme si así se quedan más tranquilos, pero quiero ver a Galia ––reiteró Frédderick como súplica.

––Confiaremos en tu promesa que no dañarás a tu hermana. No te vamos a atar, ella quiere hablar a solas contigo. No es de nuestro agrado dejarla desprotegida––dijo Lucía retirándose para golpear rítmicamente la puerta.

––No voy a hacer nada a la única persona de mi familia que me queda...––susurró Fredd.

La puerta se abrió para dejar entrar a Galia. Las paredes del lugar no habían impedido escuchar a los de fuera toda la conversación.

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