CAPÍTULO 35

49 9 1
                                    

No bien se escondiese el sol tras las dunas, Fred, vestido con un traje de protección blanco, montaría en la moto de nieve, seguido por un par de camiones equipados para la nieve, con cadenas en sus gruesas ruedas. Y armamento suficiente para eliminar cualquier enemigo.

Antes de las doce de la noche pensaba estar a las puertas de la torre Alfa 1.

Su plan estaba en marcha, pensó mientras mordisqueaba un ligero bocadillo de pan oscuro. .

Esa noche Lucía sería suya.



Rioeigh corrió para arrancar a Nydia de la caja con los brazaletes de compañeros. La tomó por la cintura, y los dedos de la chica se separaron del material brillante e iridiscente de las joyas.

El joven teniente, estaba temblando, sujetando a la muchacha contra su pecho, sin dejar de mirar los brazaletes que no dejaban de vibrar en con un sonido bajo y retumbante. Los corazones de ambos latieron al unísono observando los objetos moverse en sutil vibración cada vez más fuerte.

Acabó arrastrando a la chica fuera del dormitorio compartido para  empujarla contra la pared, pegando su frente a la de ella a la vez que cada centímetro de su cuerpo para impedir que se moviese. Ambos sudaban a pesar del frío ambiente de las galerías.

––¿Qué significa esto, Rio?––preguntó la muchacha de dorado cabello con ojos extremadamente abiertos.

––No tenías que entrar en mi dormitorio, ni registrar mis cosas. Jamás debiste ver esa caja ni esos brazaletes. Me has condenado––dijo el guerrero ahogando un suspiro.

––En todo caso la que he cometido delito de ser demasiado curiosa he sido yo. después de escuchar tantas historias que corren por boca de algunas de las mujeres tras el anuncio de la unión próxima de Danielle. ¿Por qué vas a estar tú condenado?

––Por esto...––respondió el hombre aplastándola aún más contra el cemento.

Ni siquiera miró si alguien recorría en esos instantes los pasillos, Rioeigh atrapaba y restringía las manos de la muchacha contra la pared, inclinándose para buscar sus labios. Fue un beso desesperado, hambriento, loco, consensuado. Ninguno de los dos parecía tener suficiente, arrastrados por un torrente de deseo la mente de ambos solo buscaba unir sus cuerpos. A pesar de la barrera de las capas de vestimenta de ambos, el hombre tomó las caderas de Nydia y la izó como si no pesara nada. Ella envolvió las piernas alrededor de la cintura de Rioeigg y sus manos, sueltas de su agarre, se perdieron por el platinado cabello, tironeando para  no dejar de besarlo ni un segundo.

El teniente embestía contra ella ,  a pesar de vestir ambos pantalones, el bulto del duro miembro erecto del hombre rozaba ese punto caliente y lleno de deseo entre sus muslos que tanto ansiaba ser recorrido. Estaba tan húmeda, tan deseosa, que esa fricción la hizo casi gritar como loca. Si no lo hizo era porque los exigentes labios del él le impedían que escapasen más que jadeos de su boca. No duraron mucho, envueltos en un frenesí de necesidad, a pesar de todo, un orgasmo les cruzó en breves segundos a ambos como lo haría un rayo solo con el contacto de sus cuerpos aún completamente vestidos.

Rioeigh ahogó el grito de placer y frustración, mientras se derramaba dentro de sus propios pantalones como un crío. Joder, era un guerrero curtido en batalla pero  inexperto con las mujeres, ella también. El simple roce de sus labios y de sus cuerpos vestidos no duró  ni medio minuto cuando alcanzaron el atisbo del placer..

La mantuvo abrazada contra sí, sujetando su cuerpo suave contra la dura pared, recuperando el aliento, pero con la insatisfacción latente de que aquello era apenas una pantomima, un sustituto de lo que debía ocurrir entre compañeros designados. Despacio, la dejó caer lentamente, hasta ambos quedar con los pies en el suelo ,y sus frentes húmedas unidas.

CONTACTO EN LA ÚLTIMA FASEWhere stories live. Discover now