Capítulo 9

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Y así llegó el viernes por la tarde.

Bianca se retorcía las manos mientras daba vueltas por el salón y esperaba a que Ione saliera.

―Esto no puede terminar bien... ―susurró para sí misma.

Desde que había visto esa escena en el centro comercial no había podido parar de pensar sobre el tema. No sabía si debía contárselo a Abel, callárselo, hablarlo directamente con Erika... Ninguna opción parecía buena.

Pero al final sabía que se lo terminaría diciendo a Abel. Nadie merecía estar en una relación así, por muy capullo que fuera.

Aunque, por otro lado, cabía la posibilidad de que Abel y Erika hubieran roto esa noche a causa de la discusión y que ella ya estuviera con otro, lo cual sería ser un poco rápida, pero al menos no estaría engañando a nadie. Pero si ese era el caso, probablemente Abel no querría escuchar hablar de ella ni de su relación con otro hombre...

Bianca suspiró. Tenía la sensación de que discutiría con el cantante esa tarde.

―¿Por qué estás tratando de crear un pasaje con forma de donut al piso de abajo?

Bianca se dio la vuelta y vio a Ione mirarla con una sonrisa sardónica y mirada divertida. Llevaba el pelo suelto y un poco cardado, y el conjunto que se había comprado iba acompañado de un brazalete negro en la muñeca izquierda y unos zapatos de tacón de aguja que hacían que llegara hasta la altura de Bianca sin tacones. Es decir, unos taconazos asesinos.

Ella misma llevaba el conjunto que se había comprado el día anterior, junto con los tacones, pero se había dejado el pelo suelto igual que siempre, salvo por una pequeña trenza que le apartaba el pelo del lado derecho de la cara y estaba sujeta por una pinza en la parte de atrás de la cabeza.

―No estoy haciendo eso ―contestó― . Solo estoy inquieta porque tardas demasiado.

Su amiga miró al reloj en su muñeca, y levantó de nuevo la vista con una mirada de fastidio.

―He tardado solo media hora.

―Yo diez minutos.

Ione la miró con seriedad de arriba a abajo.

―Se nota ―caminó hacia la puerta y la abrió.

―¡Eh! ¿Qué quieres decir con eso? ―se ofendió Bianca, corriendo a mirarse en el espejo de su habitación.

Se miró de arriba abajo, tal como su amiga acababa de hacer, y frunció el ceño. Todo seguía en su sitio. Corrió de vuelta al salón y se la encontró aguantando la risa con la mano apretada contra su boca. Bianca entrecerró los ojos hacia su amiga y le sacó el dedo medio.

―Imbécil.

―Me amas ―le lanzó un beso.

Bianca puso los ojos en blanco y salió de la casa.

Justo cuando estaban a punto de bajar las escaleras, la puerta frente a la suya se abrió, y ambas se giraron, sorprendidas al ver salir a Gabe con una gorra azul calada en la cabeza y silbando una melodía fuera de tono alegremente.

Bianca puso una mueca.

―Menos mal que eres el batería y no el cantante.

―¡Oye! ―se rió él― Un respeto al artista.

Bianca se rió entre dientes.

―¿Y qué haces todavía aquí? ―preguntó Ione con curiosidad.

Él alzó la mano, mostrando un par de baquetas.

―Las otras se me rompieron mientras ensayaba, así que tuve que correr a por estas ―explicó, con una sonrisa de disculpa. De repente, se dio cuenta del atuendo de las chicas, y soltó un silbido―. Qué guapas os habéis puesto, ¿no? ¿Vais dispuestas a arrasar? ―sonrió malvadamente y meneó las cejas.

EvitaciónWhere stories live. Discover now