Capítulo 4

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El sonido de las teclas de su portátil era el único sonido que se escuchaba en toda la casa, exceptuando Jesus of Suburbia, de Green Day, que estaba sonando ahora mismo en sus oídos desde su teléfono móvil. Sus ojos se movían con rapidez por la pantalla, absorbiendo todo lo que podía de la página.

Sí, era una friki, completamente. En su tiempo libre, le gustaba mirar cosas sobre lo mismo que estaba estudiando. Bueno, no era exactamente lo mismo. Ella miraba curiosidades, no los cálculos ni operaciones que le enseñaban en clase. Le apasionaba el espacio, conocer todos los misterios, las posibilidades, las cosas maravillosas que ocurrían, y era un alivio poder pensar en eso sin necesidad de calculadora y papel.

Además, eso le proporcionaba una motivación para seguir estudiando, que era lograr entender la mayoría de cosas sobre las que leía. Ya de pequeña siempre le había interesado ese tema, pero no había sido hasta la secundaria que había empezado a investigar, y, de hecho, unas navidades le habían regalado un telescopio con el que se había pasado noches enteras en vela, mirando al espacio. No se veía demasiado debido a la contaminación, pero lo que sí lograba ver era lo suficientemente precioso como para querer seguir estudiando.

Todo esto le había venido bien. Darse cuenta de la inmensidad de todo le daba perspectiva, la tranquilizaba; y cuando estaba nerviosa y no se sentía bien, la ayudaba a reflexionar y llegar a alguna conclusión que, generalmente, era mejor que a la que llegaría si no se tranquilizara primero y lo hiciera en caliente.

Tan ensimismada estaba que hizo falta que Ione chasqueara los dedos a diez centímetros de su cara para que ella se diera cuenta de su presencia.

―Joder —exclamó, dando un pequeño bote en el asiento y quitándose los cascos―. Vaya susto me has dado.

―Y esto es lo que pasa cuando te haces amiga de una loca de los astros —dijo ella a alguien por encima de su hombro.

Allí detrás estaban Archer y Killian, mirándola con los brazos cruzados sobre el pecho y una sonrisa divertida en los labios.

Bianca se había instalado en la barra americana de su cocina, que daba al salón, porque allí se sentía más a gusto y con más espacio que en la habitación. Pero ahora desearía haberse quedado allí, resguardada de esas miradas de ligera burla, aunque sabía que ellos no lo habían con mala intención.

Desde la última vez que les había visto hacía casi una semana, había aparecido en su apartamento un par de veces. La primera Gabe, Jake y Killian, la segunda los cinco (aunque durante esta visita ella había estado en la biblioteca de la universidad estudiando y solo les había visto unos minutos antes de que se marcharan) y ahora estos dos.

Ya casi se había acostumbrado a verles por allí, y estaban empezando a caerle realmente bien. Eran unos chicos muy sociables, abiertos y extremadamente divertidos. Todos parecían llevarse como hermanos, metiéndose unos con los otros y vacilándose como si se conocieran de toda la vida. Además tenían una compenetración muy curiosa, y siempre parecían saber dónde estaban todos en cada momento.

Bianca se sonrojó bajo su escrutinio.

―Lo siento. Me pierdo un poco en mi cabeza a veces —se encogió de hombros con una pequeña sonrisa.

―Si hubiera sido por mí, no hubiera llamado tu atención —dijo Killian con una sonrisa divertida―. Estabas muy curiosa ahí, concentrada en tu mundo.

―Adorable —dijo Archer, arrastrando un poco las sílabas. No porque estuviera borracho (aunque probablemente lo estaba), pero era su manera de hablar.

Ella arqueó las cejas.

―¿Adorable? —preguntó con una carcajada.

―Definitivamente —asintió él, sin explicar su calificativo más―. ¿Qué hacías?

EvitaciónWhere stories live. Discover now