Capítulo 24

86 8 6
                                    

―Oh, Dios. No debería haberme traído tanta ropa ―gruñó Ione.

Bianca la miró con diversión por encima del hombro. Su amiga llevaba dos maletas grandes, y otras dos de mano.

Ella, por su parte, tan solo llevaba la maleta que tenía básicamente las mismas cosas que se había llevado, y una de mano.

Que era de Ione.

―¿Para qué demonios necesitas tanta ropa? Llevas varios años aquí y nunca te he visto ponerte una variedad mayor de diez prendas por estación ―se burló ella.

En seguida se escuchó el gemido indignado de Ione, inmediatamente seguido por el cese del interminable sonido de las ruedas de las maletas sobre el suelo. Aguantando una sonrisa, Bianca se giró, expectante.

―¡Eso es mentira! ―la exclamación no se hizo esperar― Me pongo absolutamente toda la ropa que tengo en el armario. Tantas veces, de hecho, que me he tenido que traer cosas nuevas para no repetir hasta la saciedad ―Bianca puso los ojos en blanco―. Además, deja de quejarte, que algunas cosas las he traído especialmente para ti ―tras esa declaración, y pareciendo muy satisfecha de sí misma, empezó de nuevo a caminar, con la frente en alto, adelantando a una bastante estupefacta Bianca.

Apenas un segundo después, Bianca consiguió volver en sí y alcanzó el ritmo de su amiga.

―¿Para mí?

―No, para mi prima. ¿No te he contado que se va a mudar con nosotras?

―Tú no tienes prima.

―Exacto.

Bianca gimió exasperada.

―Vale, pero, ¿me puedes responder de una vez?

―¿A qué?

Una de las cosas que no se le daban bien a Ione, era disimular mientras se hacía la loca. Sin embargo, por esa vez, Bianca le siguió el rollo.

―¿Por qué me has traído ropa a mí? Yo estoy bien con la que tengo.

―Oh, relájate, Bianca. No te voy a hacer una intervención ni un cambio de look. Traigo cosas monas para que puedas llevar a cabo tu misión con más facilidad.

Bianca frunció el ceño.

―¿Mi... misión?

―Claro ―ahora fue su amiga la que la miró por encima del hombro―. ¿Con qué pretendes vacilar a Abel sino? ¿Con tus chándal y camisetas enormes? No me malinterpretes, son cómodos y hasta te quedan bien, pero no tanto como las cositas que te traigo. Tómatelo como un regalo de navidad ―dijo con diversión.

Ella boqueó, sintiéndose como un pez retrasado, y preguntándose cómo lo habría adivinado su amiga. No se lo había contado. Tampoco era un plan exactamente determinado, simplemente había pensado tratar de torturar un poco al capullo que tanto la había hecho sufrir. Tentarle con lo que nunca más podría tener.

Ojo por ojo, cabrón.

Sin embargo, sabía lo inmaduro que era ese plan, y no había pensado contárselo a nadie.

Así que...

―¿Cómo demonios lo has sabido? ―ella, sabiendo que se le daba tan mal como a su amiga, se saltó la parte en la que trataba de hacerse la loca.

Ione soltó un bufido.

―Era obvio. Cada vez que te grababa, o mandaba un audio, una foto, o incluso que mandabas un mensaje, notaba que tratabas de lucirte. Y nunca habías hecho eso, ni siquiera cuando estabas coladita por él.

EvitaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora