Capítulo 3

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―Debería daros vergüenza estar malgastando el dinero de los contribuyentes en venir aquí cuando se puede comprobar que no tenéis ningún interés en esto. Sí por mí fuera, ya os habría expulsado de aquí hace...

Bianca se tapó la boca con la mano para disimular el bostezo que no pudo aguantar, y miró el reloj por decimocuarta vez en el último minuto. Maldita sea, el tiempo no pasaba más deprisa aunque fulminaras con la mirada al minutero.

Eran las dos menos cinco de la tarde, y llevaban casi toda la hora escuchando al profesor seguir con su monólogo. Eso no sería nada fuera de lo común cualquier otro día, pero esta vez ni siquiera estaba hablando de la asignatura, Termodinámica, que ya era de por sí lo suficientemente densa como para aburrir a un muerto, sino que encima había empezado a quejarse sobre el poco interés que mostraban los alumnos tras descubrir que uno de ellos había copiado directamente de internet una página entera de su trabajo. Más concretamente, de wikipedia. Y por si eso fuera poco, había hecho un simple "copia y pega" olvidándose de borrar esos numeritos que la página ponía al final de algunas palabras clave que te llevaban a la fuente de donde venía esa información.

Bianca puso los ojos en blanco. Si era lo suficientemente estúpido como para ni siquiera saber copiar bien, merecía que le expulsaran al menos una temporada. Así al menos tendría tiempo de aprender a copiar de manera sutil.

Si fuera cualquier otro profesor, este incidente habría terminado en cuando él se diera cuenta de este engaño: le habría soltado el discurso en privado, hubiera recibido alguna amonestación y todos habrían seguido su camino en la vida felices y tranquilos, pudiendo estudiar esta endiablada asignatura en relativa paz.

Pero no, el profesor Cornelius Acker no podía dejar pasar esta oportunidad de hacerles ver lo inútiles que eran y la carga que conllevaban para la sociedad en general, y hacerles saber que él no tenía por qué soportar eso y que podría coger la puerta e irse en cualquier momento, dejándoles a su cuenta y riesgo a enfrentarse a los exámenes sin ningún remordimiento, pero que su educación se lo impedía.

Lo que daría por estar en mi cama calentita ahora mismo...

Aunque apenas era mediados de octubre, el día se había levantado frío, algo inusual allí, y por si fuera poco, era lunes, por lo que la calefacción de la universidad llevaba apagada desde el viernes pasado y las gigantescas salas estaban a la temperatura del ártico en un día de invierno.

Se moría por llegar a casa, ponerse el pijama más gordo y suave que tuviera y hacerse una bolita debajo de las mantas. Quizás levantarse a media tarde momentáneamente para preparar chocolate calentito y meter un libro y una linterna bajo las sábanas consigo para poder refugiarse en su cabeza y relajarse.

Los lunes eran los únicos días laborales libres que tenía del trabajo, y desde el principio los atesoraba como oro en paño. Durante el resto de fin de semana tampoco era que hiciera mucho, aparte de estudiar y salir con Ione, pero el lunes era su día de relax, su día vago. Sí, al día siguiente tendría que volver a madrugar, pero esa tarde era completa y solamente para ella, para disfrutarla como le viniera en gana.

―Sé que hay algunos que creen que esto no va con ellos —eso llamó su atención y desvió la mirada de su pupitre para encontrarse con la del profesor clavada acusatoriamente en ella―, pero ninguno de vosotros se salva de la inutilidad y egocentrismo de la juventud actual. Os creéis que porque tenéis más ventajas y ayudas que los que vinimos antes todo va a ser fácil. Que el internet os librará de trabajar y buscar vuestra propia información y sacar vuestras conclusiones. Que porque seáis nuevos o extranjeros —le lanzó esa mirada mordaz de ojos azules fríos y ella se tensó―, debemos tener piedad de vuestra falta de inteligencia o de esfuerzo por hacer algo bien. Pues os equivocáis...

EvitaciónHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin