Capítulo 25

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Resistir el impulso de seguir a Abel mientras salía de allí enfadado, como era su costumbre, fue complicado. Su instinto le decía que le siguiera y se lo explicara, se lo hiciera entender, y ser capaces de llegar a alguna solución o entendimiento.

Por desgracia, los días en los que ella perseguía a Abel se habían acabado.

Así que se tuvo que conformar con apretar los dientes cuando sonó el característico portazo, y pretender que estaba dando un relajado trago a su zumo cuando el resto entraron en el salón en bandada con ceños de preocupación.

―¿Qué ha pasado? ―preguntó Gabe ― ¿Y Abel?

Bianca se encogió de hombros y forzó una sonrisa.

―Dijo que le había surgido algo y se fue.

No parecían demasiado convencidos por su explicación, y sus ceños fruncidos eran prueba de ello.

―¿No ha pasado nada? ―insistió Gabe .

Ella se obligó a fruncir el ceño y pretender confusión.

―No. ¿Qué iba a pasar?

Todos la miraron raro, y Bianca vio en la mirada de Ione que ella sabía que había pasado algo más. Y que pretendía sonsacárselo en cuanto se quedaran solas.

Sin embargo, su respuesta pareció aplacarles, aunque, según lo que veía en sus ojos, no les había desviado del todo del tema que se traían entre manos.

Que ambos se colocaran frente a ella, Gabe donde su amigo acababa de estar sentado hasta hacía tan solo un par de minutos y Archer a su lado, de brazos cruzados, era prueba de que una conversación en la que ella no estaba ni mínimamente interesada estaba a punto de tener lugar.

―B, ¿estás segura de que estás bien?

Ella puso los ojos en blanco.

―Claro que estoy bien. Estoy cansada, agobiada, y quiero tomarme una siesta de ocho años, pero estoy bien ―sonrió un poquito y vio de reojo cómo Ione se colocaba detrás de ella, por suerte sin decir nada.

La única que estaba al tanto de todos sus pensamientos y sus planes de futuro era ella, y Bianca estaba cien por cien segura de que no iba a desvelarlos, ni siquiera ante dos de los mejores amigos que ellas tenían.

No era por ellos, sabía que ellos solo trataban de ayudarla.

Pero también sabía que ellos habían sido primero amigos de Abel y que, además, estaban en una banda. Ambas sabían que lo mejor era no arriesgarse a crear problemas entre ellos si podían evitarlo. Ya se lo contarían todo una vez que las heridas estuvieran cicatrizadas y todo se hubiera asentado.

Además, Bianca no estaba peor de lo que había llegado a estar. Estaba mejorando cada día, a pesar de que, ciertamente, el incidente que acababa de tener lugar la había dejado algo más confusa y destrozada de lo que había estado en días anteriores, pero tan solo era cuestión de tiempo que lo superara.

―Bianca ―habló Archer, con voz casi solemne―, sabemos que con tus trabajos y estudios estás mal, pero no queremos empeorarlo trayendo con nosotros a alguien que solo te lo pone todo más difícil, y sabemos la facilidad que tiene Abel para hacer exactamente eso. Así que, si hace falta, dínoslo y te daremos algo de espacio hasta que nos lo pidas. Le mantendremos distraído, ¿vale?

―Sí ―prosiguió Gabe ―, y prometemos no ofendernos. Vale que no estemos muy familiarizados con lo que probablemente el cabrón de nuestro amigo te esté haciendo pasar ahora mismo, pero tú también eres nuestra amiga, y si podemos hacerte las cosas más fáciles las haremos encantados. Tú solo dínoslo.

EvitaciónWhere stories live. Discover now