Capítulo 19

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Bianca frunció el ceño y miró con desaprobación sus apuntes. Deberían hacerse más claros según pasaba el tiempo estudiando, pero parecían estar en su contra y volverse cada vez más y más complicados.

Desde que había vuelto de la improvisada entrevista (aunque ella no llamaría a eso una entrevista, pero no se iba a quejar), había decidido que tenía que ir adelantándose con los estudios para no morir cuando empezara con el trabajo.

Y eso sería en dos días.

Bueno, pensó, al menos me ha dejado un día de cortesía.

Un día que se pensaba pasar entero estudiando todo lo que pudiera.

Ya había terminado con una asignatura antes de esa, después de un par de horas, y estaba bastante satisfecha con su productividad de aquel día.

Aunque, en realidad, estaba concentrándose en eso deliberadamente para no pensar en el hombre que vivía en la casa de al lado. El hombre que la atormentaba con sus idas y venidas, sobre el que no podía dejar de pensar desde que le había dejado confuso y preocupado esa mañana en la puerta de su casa.

Sabía que había estado mal dejarle creer que se iba para siempre, pero en ese momento había estado muy enfadada con él por mentirla. Y seguía estándolo. Así que le dejaría sufrir durante el tiempo que tardara en pasársele el enfado, es decir, un par de días como mucho, y luego le contaría la verdad.

Aunque a él no le iba a gustar que le dieran de su propia medicina.

De hecho, ahora que lo pensaba, cabía la posibilidad de que ni siquiera estuviera preocupado por su marcha "definitiva". Ese pensamiento creó un nudo en su estómago y la hundió aún más.

Suspiró y sacudió la cabeza, decidiendo no pensar en eso en aquel momento.

En cambio, siguió estudiando.

Durante unos dos minutos.

Después, su móvil empezó a sonar en alguna parte de la habitación. Tuvo un extraño dejà vú cuando lo encontró entre las sábanas de su cama deshecha y descolgó sin mirar quién llamaba.

—¿Si?

—¡Hola, bella durmiente! —Ione sonaba terriblemente feliz.

Y eso la hizo poner los ojos en blanco.

—No estaba durmiendo, lista.

—Claro, claro, eso dicen todos —respondió, con alegría—. El caso. ¿Qué opinas de salir un rato con Lewis, Joel y Dawson?

—Eh... —miró con indecisión los cuatro libros con sus correspondientes apuntes que estaban colocados en la columna de "por estudiar"— Lo cierto es que debería seguir estudiando.

—¡Oh, vamos! —se quejó su amiga— ¡Ya estudiarás cuando estés muerta?

Bianca ahogó una carcajada.

—Ione, creo que eso no va así —volvió a mirar lo que tenía que estudiar y que, por más que leyera y releyera, no le entraba en la cabeza. Suspiró—. Pero está bien. Me vendrá bien despejarme la cabeza.

Su amiga le soltó una localización y una hora y, sin esperar respuesta, colgó.

Bianca miró el teléfono indignada, como si él tuviera la culpa de que su amiga fuera idiota.

Dio gracias por saber dónde estaba aquello, porque sino su orgullo le hubiera impedido volver a llamar para pedir indicaciones.

Después, miró con arrepentimiento su pila de apuntes y se mordió el labio, temiendo el día siguiente y las "maravillas" que le iba a traer.

EvitaciónWhere stories live. Discover now