STARBOY ▹ ELVIS PRESLEY ✓

❪ cuatro: tratos con múltiples diablos ❫

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✾ IV. DEALS WITH MULTIPLE DEVILS ✾
Erin & Elvis

"En su mirada se ve la maldad."
— El Rey León II
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MUCHAS VECES ERIN LARIOS SE había preguntado por qué surgía en un hombre el deseo de elevarse sobre los demás. Los biógrafos de los grandes personajes de la historia casi nunca se ocupan de ese asunto, a pesar de la importancia que tiene en la formación del carácter. De niño, la desventaja de tener el cabello revuelto y la tez ligeramente morena en México lo obligó a mendigar el cariño de sus padres, cuyo afecto se concentraba en Manuel, su hermano menor, que había heredado los ojos grises y el pelo azafranado de su madre.

Para él eran los mejores juguetes, los dulces de cajeta, los mimos, las colchas tejidas de la abuela y los zapatos de piel con hebilla dorada. Erin apenas era un niño cuando quiso tirar a su hermano de la cuna, harto de los mimos y las atenciones que le prodigaba toda la familia. El ojiverde le llevaba un año de ventaja, pero su hermano creció más aprisa, y a los siete años ya le sacaba tres dedos. Condenado a heredar su ropa, Erin se sentía doblemente humillado cuando su padre lo llevaba a cabalgar por el campo y no lo dejaba subir a su silla, porque, según él, su hijo mayor no tenía altura para montar. La verdad era que Manuel nunca fue malo con él.

Sin embargo, hay detalles que importan pero que dejan el orgullo supurando rencor. La mayor obsesión del rubio fue superar a su hermano en todo. Si Manuel se trepaba a los árboles para cortar aguacates, Erin tenía que subir más alto a riesgo de partirse la crisma en una caída. Y al final, todo su esfuerzo y obsesión por el poder rindió sus frutos cuando cruzó la frontera al país del norte, al sueño americano cuando apenas tenía quince años y sus mejillas eran redondas con la juventud.

Erin era habilidoso e inteligente y rápido como rayo había subido de categoría en el juego de poder; antes de que pudiera decir "no", había sido elegido como el guardaespaldas de Eva Kennedy a la tierna edad de veinte años. Desde entonces ambos habían permanecido unidos como uña y mugre a través de cielo e infierno. El trabajo de Erin era relativamente fácil, pero el muchacho sabía en su corazón que cuanto más creciera la joven Kennedy, más difícil sería su trabajo.

Por ahora, nadie tenía ningún motivo para matar a la joven, no cuando apenas se había graduado con honores en la Universidad de Harvard y sus visiones del mundo eran tiernas e idealistas. Sin embargo, al igual que ocurría con todos los individuos que se involucraban en el mundo de la política, Erin era consciente de que Eva maduraría y su corazón se endurecería como hielo. Nadie que tuviera un corazón sangrante por el idealismo y la justicia podría sobrevivir en el juego de poder.

Debido a eso, el mexicano le había permitido a la menor de los Kennedy muchas libertades que una mujer de su estatus no debería tener, tal vez demasiadas ahora que tenía que cosechar lo que había sembrado por años. Erin había visto a Eva estar encandilada con varios muchachos, ¿cómo podría no haberla visto cuando él fue su primer amor? Pero esto, esto que tenía con el chiquillo Presley era terreno desconocido para él.