❛ ୧ 𝗦𝗧𝗔𝗥𝗕𝗢𝗬 . . .
─── elvis fanfiction
🕺🏻 Mi amor, mi querida, he anhelado tu toque un largo y solitario tiempo y el tiempo pasa tan lentamente. ¿Todavía eres mía?❞
Elvis Presley se presenta en el Louisiana Hayride con un traje rosa y ojos...
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"Click encantador, en el mundo hay amor." —Hotel Transylvania ╚══════════════════╝
1980
Mickey entró corriendo por la puerta delantera de su casa, gritando:
—¡Mamá! ¡Mamá! ¡Mamá!
Marcela Basteri estaba en la habitación de su hermano, sirviéndoles la sopa de la cena a Alex y a su padre.
—¡Mamá! —gritó Mickey, entrando como una tromba—. ¡Mira! ¡Lo tengo! ¡Mira, mamá, mira! ¡El último Billete Dorado! ¡Es mío! Encontré un billete en la calle y compré dos discos y el segundo tenía el Boleto Dorado y había montones de gente a mi alrededor que querían verlo y el tendero me rescató y he venido corriendo a casa y aquí estoy! ¡ES EL QUINTO BOLETO DORADO, MAMÁ, Y YO LO HE ENCONTRADO!
La mujer rubia se quedó muda, mirándole, y el hermano menor del ojiverde en conjunto con su padre, que estaban sentados en la cama balanceando sendos cuencos de sopa sobre sus rodillas, dejaron caer de golpe sus cucharas y se quedaron inmóviles contra las almohadas.
Durante diez segundos aproximadamente reinó un absoluto silencio en la habitación. Nadie se atrevía a moverse o a hablar. Fue un momento mágico.
Entonces, muy suavemente, el padre de Luis dijo:
—Nos estás gastando una broma, Mickey, ¿verdad? ¿Te estás burlando de nosotros?
—¡No! —gritó Mickey, corriendo hacia la cama y enseñándole el hermoso Boleto Dorado para que lo viese.
El padre del ojiverde se inclinó hacia adelante y lo miró atentamente, tocando casi el billete con la nariz. Su hermano le miraba, esperando el veredicto.
Entonces, muy lentamente, mientras una lenta y maravillosa sonrisa se extendía por su cara, Luisito Rey levantó la cabeza y miró directamente a Mickey. El color se le había subido a las mejillas, y tenía los ojos muy abiertos, brillantes de alegría, y en el centro de cada ojo, en el mismísimo centro, en la negra pupila, danzaba lentamente una pequeña chispa de fogoso entusiasmo. Entonces el hombre tomó aliento y de pronto, sin previo aviso, una explosión pareció tener lugar en su interior. Arrojó sus brazos al aire y gritó:
—¡Excelente!
—¡No puedo creerlo! —exclamó Marcela con los ojos muy abiertos—. ¡No es posible!
—¡Enséñale el boleto, Mickey! —gritó el hombre moreno, que aún miraba a su hijo casi con admiración —. ¡Enséñale a tu madre el quinto y último Boleto Dorado del mundo!
—Déjame ver, mi sol —dijo la rubia, desplomándose en una silla y extendiendo la mano. Mickey se acercó con el precioso documento.
Era muy hermoso este Boleto Dorado; había sido hecho, o así lo parecía, de una hoja de oro puro trabajada hasta conseguir la finura del papel. En una de sus caras, impresa en letras negras con un curioso método, estaba la invitación al primer concierto que Elvis daría en México.
