𝑰𝑰

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18 de julio de 1988


Deneb estaba recostada en su cama, tapada con un acolchado de color rosa viejo que tenía detalles bordados en plateado. Afuera hacía calor. No había necesidad de abrigarse con un clima tan bello como el de ese día, a excepción de que se estuviera enfermo.

La niña padecía sarampión desde hacía dos días. Se estaba curando, aunque algo más lento de lo esperado, sobre todo teniendo en cuenta que con un par de pociones debía de terminarse el asunto.

Narcisa abrió con brusquedad las cortinas del ventanal que había en la habitación de su hija.

— Pareciera que te estás muriendo —dijo ella— deja que entre un poco de luz en el lugar. Así por lo menos las bacterias no se dispersan tanto.

— No me gusta —murmuró la pequeña— ciérrala otra vez.

— Hay enfermedades peores Deneb, no hagas tanto escándalo —Narcisa soltó un bufido y se acercó hacia la cama.

— No es por eso —contestó— es que con las cortinas abiertas puedo ver a mi hermano jugando en su escoba afuera. Me entristece porque sé que estaré más días aquí encerrada, sin poder siquiera verlo a él.

— No puedo hacer nada al respecto, querida —acarició con suavidad la cabeza de su hija— debes curarte primero, no quieres contagiarlo a él también.

No, lo sé —susurró Deneb.

— Dobby te traerá la merienda —dijo ella acercándose a la puerta. La castaña afirmó con la cabeza y se quedó mirando por la ventana que estaba del lado izquierdo de su cama. El sol no estaba tan fuerte como lo había estado una hora antes, pero todavía seguía irradiando más luz de la que solía haber en los veranos de Inglaterra.

Hubo un chasquido.

Deneb se sobresaltó, aunque su madre le había advertido que el elfo pronto aparecería por allí. Lo que no se imaginaba era que lo hiciera tan rápido. De seguro que le había avisado que trajera la merienda mucho antes de que ella subiera a verla en la habitación.

— Dobby le trajo algo para comer a la ama —se encontraba justo al final de la cama alzando una bandeja que traía en manos, para que pudiese ver eso. Deneb asintió con su cabeza y el elfo se acercó cautelosamente con la bandeja.

— Déjala aquí —señaló un espacio vacío en la mesa de luz que tenía a su lado. Él la acomodó con cuidado donde le había indicado y tomó la jarra con jugo para servirlo en un vaso. Deneb soltó un grito ahogado al ver que las manos del elfo estaban completamente quemadas— ¿Qué te ha sucedido? —preguntó horrorizada. Dobby soltó la jarra y ésta cayó al suelo estrepitosamente. El elfo comenzó a chillar desesperado. Arregló todo el desastre con un movimiento mágico de sus dedos con rapidez, pero Deneb seguía sin obtener su respuesta— Dobby, ¿Qué pasó? ¿Alguien te ha hecho eso?

— La ama Deneb es muy amable en preguntarle a Dobby si está bien —sollozó— Dobby debe volver a la cocina.

— No, espera —ella intentó estirar su brazo para agarrar al elfo, pero este decidió dar un par de pasos hacia atrás.

— Dobby volverá a la cocina —se limpió con su ropa algunas lágrimas que le habían brotado de los ojos— si la ama necesita algo más, llame.

Hubo otro chasquido y el elfo desapareció. Deneb seguía confundida, pero quizás Dobby se había quemado hirviendo algo para el almuerzo de hoy o la cena de ayer.

⋆✦ Deneb ✦⋆ (Fred Weasley)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang