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15 de julio de 1992


La joven Malfoy se miró en el espejo una vez más, indecisa de si le gustaba que su cabello castaño estuviera más enrulado de lo normal. Su madre le había hecho un peinado esa misma tarde, recogiendo su larga cabellera en una coleta con moño. La había dejado escoger su vestido, pero dentro de tres opciones que ella había preseleccionado con anterioridad, así que era lo mismo que nada.

Deneb suspiró y bajó la mirada hacia el tocador, donde reposaba un delicado anillo que sus padres le habían regalado por su cumpleaños. Tenía una piedra azul que cuanto más la miraba, más le parecía que se movía. Como si tuviera una galaxia dentro. Pero era imaginación suya. O como mucho, era magia.

Se colocó el anillo en la mano izquierda y bajó hacia la sala de estar, donde estaban terminando de armar los preparativos para la fiesta que habría en la noche en su honor.

A Deneb no le gustaban las fiestas que sus padres hacían, porque con el tiempo comprendió que salvo dos o tres invitados, el resto le importaban un comino. Todos eran como ella. Todos debían sonreír y platicar entre sí, ser cordiales, respetuosos, quizás debatir pero siempre concordando el uno con el otro. Deneb tenía que ponerse esa cartea en todas las fiestas y ella sabía que era una farsa, con lo cual había entendido que el resto de las personas hacían lo mismo que ella.

¿Verdad? No podía equivocarse.

Se preguntó dónde estaba su padre porque quería asegurarse de que no hubiese invitado a la familia Warrington ni a los Pucey. Ambos hijos de los matrimonios eran compañeros de colegio de Deneb, y francamente no quería pasar sus días de vacaciones con ellos, porque no les caían bien. Eran creídos, prepotentes, y en muchas ocasiones trataban mal a Timothy. Él lo dejaba pasar sólo porque debían compartir dormitorio todas las noches en Hogwarts, pero Deneb se daba cuenta y siempre que podía se lo recordaba a su amigo. Una cuestión que le había causado ya un par de peleas con Nott, "porque ella no debía entrometerse en asuntos de chicos..." Pero a Deneb le encantaba hacerse escuchar.


Golpeó la puerta del despacho de su padre, esperanzada de que estuviera allí. No hubo respuesta desde el interior pero la puerta entreabierta la invitó a entrar, sintiendo que algo la atraía hacia allí.

Deneb se acercó por inercia hacia el ventanal, miró hacia una de las fuentes del jardín delantero, pero luego posó sus ojos en un cuaderno negro que estaba apoyado debajo de la ventana, sobre una de las estanterías bajas.

Algo le atraía, algo le llamaba la atención sobre ese cuaderno, pero nunca supo descifrar qué era porque la voz de su padre en el pasillo la quitó del trance. Deneb se giró y caminó de puntitas de pie hasta la puerta. Su padre tenía la voz gruesa y siempre firme, nunca le había escuchado titubear o temblar. Ésta era la primera vez. Quizás por eso Deneb decidió que también era momento de espiarlo por primera vez.

¿Y si no es correcto? Podríamos echarlo a perder todo —escuchó a la voz de su madre en un susurro— si esto no funciona y nos descubren...

Sabes que debemos intentarlo —dijo Lucius Malfoy— es una gran oportunidad, aún más ahora teniendo poder en el ministerio y en Hogwarts.

Pero los niños. ¿Qué tal si ellos corren peligro yendo al colegio esta vez?

No lo permitiremos, yo me encargaré de eso —volvió a su tono de voz firme— estamos contra Potter, no contra los nuestros —hubo un pequeño silencio entre los dos. Deneb se imaginaba a sus padres mirándose con rictus serio. Probablemente su madre asintiendo con la cabeza para terminar la conversación allí, dándole la razón a su esposo. No era algo nuevo que ambos se comportaran así. Lo que le preocupaba era qué estaban tramando entre ellos dos y por qué lo ocultaban.

⋆✦ Deneb ✦⋆ (Fred Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora