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13 de agosto de 1992


Lucius Malfoy le entregó una pequeña bolsa violeta a su hija, que contenía varios galeones que habían sacado de la bóveda de Gringotts minutos antes. La familia Malfoy al completo, excepto por su madre, se encontraba en el callejón Diagon haciendo las compras anuales para el pronto comienzo de clases.

— Deneb, confío en que compraras todo lo que tu madre te pidió —le dijo Lucius, colocando una mano sobre el hombro de su hijo— Draco y yo iremos a vender objetos a Borgin y Burkes, luego nos encargaremos de sus pertenencias y de los libros de ambos. Nos veremos para la presentación de Gilderoy Lockhart en Flourish y Blotts.

— ¿Haré las compras sola? —preguntó ella, algo desconcertada por la actitud de su padre. No era lo usual.

— Creo que ya eres mayor y responsable para hacerlo. No hagas que me arrepienta de mi decisión —la miró con seriedad. Deneb se sintió intimidada por los ojos de su padre. Sabía que la estaba poniendo a prueba con esto, sabía que si se olvidaba de comprar algo o si se tardaba más de lo necesario, su padre se lo reprocharía y en el futuro no le dejaría la libertad que estaba ofreciéndole en estos momentos.

— Me comportaré como una Malfoy, no tienes de qué preocuparte padre —contestó Deneb con firmeza. A Lucius pareció agradarle escuchar aquello, porque hasta esbozó una pequeña sonrisa. Soltó el hombro de su hijo para comenzar a caminar, al ritmo que decía "vámonos Draco". Su hermano saludó a Deneb con un pequeño gesto de cabeza.


La joven caminó con mayor lentitud por el callejón, mirando las tiendas con atención y esquivando a las personas que se pasaban por allí. No quería entorpecer. Pero apenas vio el cartel de Madame Malkins, entró dentro.

Su cuerpo había cambiado, necesitaba un nuevo uniforme, túnicas, y algunas prendas de más que deseaba "traficar" de los ojos de su madre aprovechando que ni ella ni su padre estaban aquí para verla. Le gustaban los volados y los colores pasteles, pero a Deneb también le gustaba tomar sus propias decisiones, y elegir qué ropa vestir era algo que podía llegar a hacer, aunque en poca cantidad.

Para su suerte habían solo dos clientes siendo atendidos, y en pocos minutos midieron a la joven y le entregaron todas sus nuevas pertenencias. Se escabulló hasta Twilfit y Tattings donde se tomaría un tiempo más largo para elegir otras prendas que no estaban en la lista de materiales. Lo bueno era que su dueña, la señora Tattings, conocía a la familia como la palma de la mano ya que siempre compraban allí. Deneb le explicó que quería una vestimenta más madura, que quería parecer mayor, y terminó comprando unos vestidos, faldas y blusas, pero que fueran de más agrado para ella que para su madre.

Cuando salió de allí se tenía que dirigir al Boticario para conseguir suplementos y materiales, sobre todo para las clases de pociones. Sólo para cerciorarse de que tuviera elementos las primeras semanas de clases, y no tener que andar corriendo detrás de conseguir tal o cual cosa.

Pero no llegó a hacer la mitad del recorrido cuando notó que Harry Potter estaba caminando por el callejón Diagon junto al menor de los Weasley y a una de sus amigas.

Dobby tenía razón. No le había hecho caso a su advertencia y ahora estaba aquí...


— Ah, la pequeña Malfoy ya es grandecita para ir sola —escuchó una voz cerca de ella, que la quitó por completo de sus pensamientos. Deneb giró su cabeza y se encontró con dos pelirrojos mirándola, de brazos cruzados.

⋆✦ Deneb ✦⋆ (Fred Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora