𝑰𝑽

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2 de septiembre de 1989


¡Slytherin! ¡Deneb, eso es grandioso!

Yo también deseo seguir tus pasos en unos años. Madre y padre se han puesto muy contentos con la noticia y me dijeron que te felicitan.

Te mando un abrazo Den, ya te extraño. ¡Escríbeme pronto!

Draco.



La niña dejó la carta sobre su mesa de luz, con una pequeña sonrisa dibujada en su cara.

Le gustaba que la felicitasen por sus logros y que los demás se pusieran feliz por ella. No era algo que sucediese seguido, por lo que siempre que pasaba, le alegraba.

Deneb agarró el cepillo de pelo y se quitó los pocos nudos que se le habían formado la noche anterior. Trazó con los dedos varias líneas en el cuero cabelludo y se dispuso a formar una trenza desde la coronilla, hasta el final de su cabello castaño oscuro.

Matilda empezó a hablarle de algún tema que no le interesaba mucho, pero igual le siguió la charla, tan sólo por respeto. Mientras tanto, Deneb se miraba en el espejo y se preguntaba, una vez más, por qué ella no podía parecerse físicamente a su hermano, a su padre o a su madre. Por qué ella tenía que ser más Black que Malfoy... Cada tanto esos pensamientos se le venían a la mente, y al igual de rápido que llegaban, se iban.


Cuando ambas niñas ya estuvieron listas, decidieron que era momento de subir hacia el gran comedor, donde tendrían su primer desayuno en Hogwarts.

Se sentaron junto a Timothy Nott y otros dos compañeros del curso a quienes Deneb todavía no conocía, solo de nombre. Para ella había sido un alivio grande que su mejor amigo compartiera la misma casa en el colegio, porque no era una persona muy extrovertida y sociable. No le gustaba hacerse amiga de gente nueva ni tampoco tenía ganas, aunque estaría abierta a conocer a los de slytherin, porque al fin y al cabo, terminaría pasando más tiempo con ellos que con su propia familia durante unos largos siete años.

— Siete años conviviendo con Bulstrode —se dijo a sí misma con pesadumbre. Pensó que sería una eternidad. Pero le daría chances a ella también, tal vez le llegaba a caer bien.

— Que tal, Malfoy, un placer conocernos —dijo un niño de pelo negro sentándose a su lado, sacándola de sus pensamientos— soy Montague. He oído sobre tu familia.

— Dime Deneb mejor —murmuró ella.

— Prefiero utilizar apellidos —contestó. El niño se sirvió comida en el plato. Deneb miró a su amigo sentado enfrente, quien le dedicó un gesto torcido con la boca.

— Es la costumbre —murmuró otro de los niños que no conocía. Éste era rubio y algo corpulento— ¿Tú no los usas?

— Sí, pero... —Deneb estaba a punto de decir que quería estar cómoda entre compañeros de curso. Al fin y al cabo se verían todos los días y eran de la misma edad. Uno trataba con formalidad a los adultos o a la gente desconocida, pero entre ellos podría haberse formado una relación más cálida. Como la que tenía con Timothy.

Pero prefirió callar. Porque se había dado cuenta de que estaba rodeada de gente similar, de gente que se había criado en la estirpe de la sociedad, de familias adineradas y bien paradas. Y sabía que al igual que sus padres la obligaban a estar con la espalda erguida y no llamar a los demás por sus nombres, entre otras cosas, también muchos otros compañeros de casa se encontraban en esa misma situación.

⋆✦ Deneb ✦⋆ (Fred Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora