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23 de diciembre de 1995


Deneb entró en la biblioteca de su casa con rapidez, luego de escuchar varios gritos provenientes del recinto. Se imaginó que sus padres peleaban, pero le llamó la atención justamente eso. Porque nunca llegaban a alzarse la voz entre ellos a ese nivel, como para que se escuchara desde su habitación.

Narcisa y Lucius se callaron y giraron las cabezas hacia Deneb, cuando ésta se quedó congelada en la puerta de la biblioteca sin saber qué hacer.

— ¿Qué sucede? ¿Qué son esos gritos? —dijo ella, retomando el aire por haber corrido. Pasó sus ojos de su padre a su madre, y luego visualizó a su hermano más en el fondo. Casi escondido, como quien no quiere estar en aquella situación.

Lucius Malfoy movió su mano y en cuestión de segundos la puerta de la biblioteca se cerró por arte de magia, dejando el lugar semi oscuro. Sólo entraban unos pocos rayos de luz del atardecer por los dos grandes ventanales.

— ¿Tienes que confesarnos algo Deneb? —habló su madre con seriedad.

— ¿Confesar? —Dijo ella frunciendo el ceño— ¿Son curas acaso?

Maldita —susurró Lucius. Volvió a mover su mano y atrajo a la joven hacia ellos. Deneb sintió una fuerte presión en el pecho por aquello.

Miró a sus padres de forma fugaz, tratando de identificar qué estaba pasando y por qué ella tenía algo que ver con eso. Pero luego recordó la carta que había llegado de Fred Weaslye, y el temor enorme que tuvo de que pudiese llegar a manos equivocadas...

— ¿Draco? —murmuró su hermana, mirándolo con suplica. Esperanzada de que no hubiese abierto la boca como lo había prometido... Pero le había advertido que si se seguía viendo con Fred no iba a guardar más su secreto. Por lo que temió por él, por ella, y por el amor prohibido que se tenían entre los dos.

No cabían dudas de que sus padres se habían enterado de algo sobre eso.

— No metas a tu hermano en el medio —dijo su madre— ahora, ¿Nos lo dirás por las buenas o tendrá que ser por las malas?

— No entiendo que mierda quieren que les diga.

— ¡No seas irrespetuosa! —gritó su padre, con los ojos llenos de furia. La sangre le hervía, al igual que a su hija. Se quedaron unos segundos viéndose entre sí, pues ninguno de los dos pensaba cortar la mirada y ser menos. Ninguno de los dos pensaba rebajarse. Y eso, aunque Deneb no se diera cuenta, era una de las características que había heredado de su padre.

Era parte de los Malfoy.

— Será por las malas entonces —dijo ella, desafiante. Apretó los dientes con furia y su padre se puso recto, alzando su cabeza para parecer aún más grande y alto.

— Tú lo has dicho —Lucius agarró su varita que estaba en un costado apoyada sobre la mesa de ajedrez. La movió con rapidez haciendo un círculo en el aire.

Una soga blanca se enroscó alrededor del cuello de Deneb en milésimas de segundos.

Trató con desesperación de quitársela con sus manos pero era en vano. Era magia, no podía contra eso con tanta facilidad.


— ¿Has estado viéndote a escondidas con un Weasley? —preguntó él. Deneb tragó con dificultad, aun tratando de zafarse de la soga, que poco a poco le apretaba más el cuello. Miró a Draco una vez más, con ojos suplicantes, creyendo de que haría algo al respecto.

⋆✦ Deneb ✦⋆ (Fred Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora