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3 de enero de 1996


— Estás de chiste... —murmuró Matilda Bulstrode, mirando con los ojos tan abiertos como una lechuza. Deneb escondió entonces con rapidez su mano izquierda, donde reposaba aquel maldito anillo de diamantes que tanto le disgustaba y que no podía quitarse aunque quisiera.

¿La razón? Sus padres se enterarían. Y habría represalias para ella.

Graham le dijo que no tenía que usarlo en el colegio si ella no quería pero prefería ahorrarse problemas con Lucius y Narcisa Malfoy.

— ¿Por qué no me has dicho nada? ¿Quién es?

— No quiero hablar del tema Matilda, por favor —le susurró Deneb. Continuó almorzando en silencio en la mesa de slytherin. Sintió que las miradas de todo el gran comedor se centraban en ella, pero tan solo era una sensación extraña que estaba teniendo.

Graham le miró apenado y entonces decidió entrometerse, para sacarla del apuro.

— Fue algo de un día para otro —dijo en voz baja para no llamar la atención— no le habíamos dicho a nadie porque queríamos hacerlo a nuestro tiempo —pero no importó que ambos quisieran mantenerlo en secreto porque Matilda Bulstrode soltó una especie de chillido de felicidad.

Deneb cerró los ojos, enfurecida.


— ¡No lo puedo creer! —Dijo ella sonriendo— ¡Qué emoción! Felicidades para ambos.

Lo que hace el dinero... —le escuchó decir a Amanda Sanders con indignación. Deneb le dirigió una mirada de odio, porque a ella le importaba muy poco la fortuna de su familia y le molestaba encarecidamente que sus compañeras dieran por hecho que todo en su vida giraba en torno a los galeones de su bóveda en Gringotts.

— Mis padres me van a comprometer con un búlgaro —comenzó a decir Matilda.

La castaña hizo oídos sordos a todo lo demás que hablaron sus compañeros durante la comida. Pocos minutos después decidió que ya no podía estar más con ellos allí, siendo que además no le pasaba ni una gota de agua por la garganta debido al nudo que se le había formado.

Quería llorar. Quería irse lejos. Quería escapar de todo.


18 de enero de 1996


— Den... Den —escuchaba la voz de Fred Weasley detrás de ella, pero no pensaba frenar su caminar. De hecho apresuró sus pasos al saber que no la dejaría sola hasta llegar a las mazmorras. Pero desde el séptimo piso hasta el subsuelo había un muy largo trayecto.

Por favor, vete —pensó ella— vete Fred, no me sigas.

— Deneb, espera —el pelirrojo logró alcanzarla y la tomó del brazo para hacerla girar.

Ella se soltó con brusquedad y continuó caminando aún más rápido, tratando de evadirlo a toda costa.

— ¡Por favor! —dijo él, esta vez colocándose enfrente suyo y cerrándole el paso— ¿Qué sucede? ¿Por qué estás así? —los ojos azules de Deneb se quedaron fijos en sus zapatos, no pudiendo alzar la mirada. Pues sabía que en cualquier momento su corazón se rompería en pedacitos— no has respondido mi carta, ni los mensajes en el medallón ni —lo interrumpió.

— No podemos estar juntos Fred —murmuró con un hilo de voz— esto es un peligro. Y hemos dejado que se expandiera demasiado.

— ¿Qué sucedió en las vacaciones? Estábamos bien —murmuró.

⋆✦ Deneb ✦⋆ (Fred Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora