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21 de junio de 1996


Deneb dejó el diario de El profeta en su mesita de luz, con una especie de sonrisa oculta en sus labios. No debería haberse alegrado por aquello, porque, ahora todo el mundo sabía que su padre era un mortífago y había sido encarcelado en Azkaban por entrar en el Ministerio de magia y por ser un seguidor fiel de Voldemort. Además de que casi intenta matar varios aurores y niños.

Todo aquel que leyese el diario sabía de la noticia y sino, se enteraban por parte de los chismeríos que recorrían hoy todo el colegio de pies a cabeza.

Draco Malfoy no estaba ni una pizca de contento. Pero Deneb Malfoy no era como su hermano y a ella le alegraba que al fin empezara a hacerse justicia, de cierta forma.


La joven se quitó las hebillas que llevaba en el pelo sosteniendo los mechones delanteros para que no cayeran cobre su cara, y las dejó en el cajón de su mesa. También guardó allí el diario que había leído minutos atrás porque no quería que sus compañeras de cuarto anduviesen haciendo preguntas al respecto.

Aunque a esta altura del partido Deneb sabía que era cuestión de horas para que todo el colegio, y hasta quizás el mundo mágico entero, se enterase del regreso de Voldemort y la encarcelación de su padre.

Así que no le quedaba mucha escapatoria de las miradas reprobadoras, los insultos inmerecidos y las preguntas acusatorias.

Deneb se acomodó la pollera plisada del uniforme y salió de su habitación compartida para ir hasta la torre de astronomía a fumar unos cigarros. Necesitaba festejar la pequeña victoria a solas.


Tenía las esperanzas de que nadie se le pusiera a hablar en el camino, no le importaba que la miraran o se rieran o dijeran cosas a sus espaldas, pero si le molestaba que su recorrido hacia el exterior fuera obstruido por alguna persona.

Y cuando pudo salir al pasillo de los dormitorios se encontró con Graham Montague quien esperaba justamente por ella.

Deneb se frenó en seco cuando lo vio. Le hubiese convenido pasar de largo y tratar de perderlo en el camino pero sabía que quizás no era un plan muy bien pensado.

— Tenemos que hablar —dijo él, desapoyando su espalda de la pared del pasillo.

— Lo sé, pero no tengo ganas ahora —dijo ella. Trató de pasar de largo pero Montague la tomó del brazo para que no se escabullera.

— No me interesa Deneb, esta vez tengo que hablarte. En serio.

— Pues a mí no me interesa hablar contigo ahora te he dicho.

— Tendrás que escuchar, te guste o no —Deneb apretó con fuerza su mandíbula. No le gustaba, ni nunca le gustaría, que nadie le dijese qué hacer.

Pero esta vez cuando Montague le soltó el brazo, ella decidió quedarse a escucharle. No porque tuviera interés en lo que fuese a decir sino porque quería sacarse un problema de encima para poder disfrutar de fumar en paz y soledad, riéndose del estúpido de su padre y cómo el destino le había devuelto todo lo malo que había hecho.


— Mis padres me han escrito hace unas horas —se aclaró la garganta— dadas las circunstancias con tu familia, han quitado el arreglo matrimonial. Queda en nosotros decidir si queremos o no seguir adelante con el casamiento pero —Deneb no lo pensó ni un segundo más y se quitó el anillo de diamantes de su dedo, devolviéndoselo a Montague en la palma de su mano. Ella le cerró el puño con suavidad y Graham le devolvió una mirada de confusión.

⋆✦ Deneb ✦⋆ (Fred Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora